Una cumbre descarbonizada

La cita de París intenta que sus 40.000 asistentes dejen la menor huella ecológica posible

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ANTONIO MADRIDEJOS / PARÍS

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Las Naciones Unidas y el Gobierno francés se han esforzado para que la huella ecológica dejada por los 20.000 asistentes a la cumbre del clima de París (COP21), o 40.000 si se incluyen los miembros no acreditados de las oenegés, sea lo más pequeña posible y acalle las voces críticas que discuten la grandiosidad de este tipo de reuniones. No en vano, según estimaciones de la propia Convención de la ONU sobre Cambio Climático (UNFCCC), las últimas conferencias han supuesto la emisión a la atmósfera de entre 10.000 y 25.000 toneladas de CO2 y equivalentes, fundamentalmente por el uso de aviones para llevar a los delegados, algunos llegados desde las antípodas, y por el funcionamiento de las instalaciones del centro de convenciones de Le Bourget.

Lo que suelen hacer la UNFCCC o bien el país anfitrión es compensar este impacto mediante la compra de acciones en iniciativas sostenibles, como el Fondo Verde, una ayuda financiera instituida para que los países más desfavorecidos puedan hacer frente a los efectos del cambio climático. En esta ocasión, se ha contratado mediante concurso a una consultoría para que evalúe las emisiones de gases. Cada participante que quiera 'compensar' sus emisiones recibe un certificado de buenas prácticas.

Transporte público

El Gobierno francés también ha puesto en marcha un plan estratégico de sostenibilidad. Por ejemplo, se ha potenciado el acceso en transporte público a Le Bourget, situado al norte de París, y reducido así la presencia de los coches, lo que al mismo tiempo mejora los sistemas de seguridad. Para llegar al centro de convenciones es prácticamente obligatorio tomar el metro o el RER, un tren de cercanías, y luego unos autobuses lanzadera que, por supuesto, son híbridos. Para incentivar el uso, además, se han distribuido 20.000 tarjetas de transporte público (pase Navigo) entre los participantes registrados. Hay asimismo 200 vehículos eléctricos al servicio de las delegaciones.

El fórum Le Bourget ya existía, empleado por ejemplo para acoger ferias aeronáuticas, pero se ha ampliado y remozado casi por completo con motivo de la COP21, incluyendo la construcción de un gran auditorio de madera procedente "de bosques locales sostenibles", como explica un portavoz de la organización. La hermosa sala, en cuyo interior se celebra el plenario o sesión de mayor nivel, será desmontada cuando acabe la cumbre y podrá ser reutilizada en otras reuniones de este tipo lejos de París. 

Mejoras en la climatización

En La Bourget se ha sustituido la tradicional caldera de gasóleo para climatización por una caldera de gas, lo que supone un 20% menos de emisiones, dice la UNFCCC, aunque la temperatura en el interior de las instalaciones no es precisamente calurosa. También se ha apostado por "una cadena de distribución corta y fuentes locales para la restauración", sin dar más detalles, aunque puede entenderse como que los productos que ofrecen los bares de Le Bourget emplean mayoritariamente materias primas que han recorrido pocos kilómetros. Entre la oferta gastronómica destacan los bocadillos vegetales.

La cumbre también aspira al 100% de reutilización. Un aspecto curioso es que, al margen de las omnipresentes papeleras con colores diferenciados, se han eliminado los habituales vasos de plástico ligero por un modelo único más duro que se va reutilizando. Se puede lavar, claro está. El papel empleado en todos los documentos que se imprimen es reciclado, mientras que las tintas son de origen vegetal. Finalmente, a los asistentes se les ofrece una bolsa de reglado elaborada con ropa reciclada.