CONGRESO CONVULSO

La ultraderecha alemana pierde fuelle

Weidel y Gauland, en el congreso

Weidel y Gauland, en el congreso / periodico

CARLES PLANAS BOU / BERLÍN

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La ultraderecha alemana ha cambiado las sonrisas por lágrimas. A finales de diciembre, días después de que se produjese el atentado terrorista de BerlínAlternativa para Alemania (AfD) capitalizaba el miedo y las encuestas le daban hasta un 15,5% en intención de voto. Su mejor pronóstico histórico era también una señal de que los populistas eran una amenaza seria que pisaba los talones a los socialdemócratas (SPD) y se afianzaban como única alternativa al gobierno de Gran Coalición que lidera la cancillera Angela Merkel. Pero tres meses más tarde todo parece haber cambiado.

La aparición en escena del expresidente del Parlamento Europeo Martin Schulz, nuevo líder socialdemócrata, ha hecho tambalearse el tablero político alemán y AfD no ha sido inmune a su impacto. En sus cuatro años de vida, los populistas han demostrado saber explotar el rechazo a las élites políticas y a la inmigración convirtiéndose en un movimiento transversal que roba votos a todos los partidos. Como se demostró en las elecciones del año pasado, una de sus principales víctimas fueron los socialdemócratas. Su falta de credibilidad tras tres años de gobierno junto a la Unión Demócrata Cristiana (CDU) de Merkel lanzaron a parte del electorado más vulnerable a los brazos de la ultraderecha. Pero la elección de Schulz como candidato a la cancillería, y con él la de un discurso más social que gusta a las clases obreras, parece neutralizar parte de ese trasvase de votos del que AfD se nutría.

CRISIS Y POLÉMICAS

Al llamado ‘efecto Schulz’ hay que añadir la mala gestión interna de AfD, que se ha visto envuelta en polémicas constantes por los rifirrafes entre las distintas facciones del partido que compiten por tener una mayor influencia y las críticas abiertas a su copresidenta Frauke Petry. También han debilitado su imagen las sonadas salidas de tono de miembros de peso como Björn Höcke, quien aseguró que el monumento al Holocausto de Berlín era una “vergüenza”. A pesar de que la formación aprobó su expulsión, el líder de AfD en el estado de Turíngia aún sigue ejerciendo sus funciones.

Todo ello sacó a flote la batalla interna del partido, que esta semana ha culminado con la renuncia de Petry a liderarlo. Poco antes, la líder había asegurado: “Ni la política ni AfD son mi única alternativa”. En ello sus rivales olieron una amenaza para imponer su voluntad. Tampoco ayudó que se filtrase que, tras ser duramente criticada por miembros de las filas que lidera en Sajonia, Petry, embarazada de su quinto hijo, rompió a llorar. A pesar de que durante el congreso federal de este sábado en Colonia se mostró dispuesta a rectificar si el partido aceptaba tomar un rumbo más pragmático y a disculparse por su “error” de criticar a otros miembros, las bases dieron la espalda a sus propuestas, entre las que figuraba debatir la expulsión de Höcke.

LIDERAZGO ULTRA

Este domingo el partido ha escogido como candidatos a la cancillería, con el 67,7% de los votos, al ultra Alexander Gauland y a la liberal Alice Weidel, una fórmula de dupla que ya siguen otros partidos en Alemania sin opciones reales a ganar como Los Verde o La Izquieda.  Aunque la pareja pide el fin de las disputas, su ascenso supone un golpe para el brazo pragmático del partido.

Esas turbulencias internas coincidieron con la pública decepción de ver como Geert Wilders, líder de la ultraderecha islamófoba neerlandesa y una de las caras que sonreían junto a Petry en el encuentro que les reunió junto a Marine Le Pen el pasado enero en Coblenza, avanzaba menos de lo esperado en las elecciones generales de los Países Bajos. A ese revés se le añadió el primer test electoral de AfD en Alemania. Los comicios en el Sarre escenificaron la pérdida de fuelle de los populistas. A pesar que consiguieron entrar en su undécimo parlamento regional, en dos meses pasaron de tener una intención de voto de hasta el 11% a obtener un limitado 6,2% mientras que la CDU de Merkel, foco de sus críticas, reforzaba su posición al mando.

A falta de poco más de cinco meses para que se celebren las elecciones más disputadas de la última década en el país, AfD espera remontar posiciones. “Muchos partidos han perdido fuerza tras el efecto Schulz, pero es algo momentáneo. Al fin y al cabo él es uno de los máximos responsables de los problemas de Europa”, asegura a EL PERIÓDICO Georg Pazderski, líder de AfD en Berlín. A pesar de un pequeño repunte tras el ataque en Dortmund, el primer impacto ha dejado a la ultraderecha con entre un 7% y un 9% del voto. La anunciada primavera patriótica puede llegar descafeinada en Alemania.

CONCILIACIÓN FRÁGIL

Con la elección de Gauland como una de sus dos cabezas visibles, AfD da otro giro a la derecha, hacia una posición más radical y menos pragmática. Aun así, el enemigo íntimo de Petry ha querido sanar las heridas que desangran al partido y le ha pedido ayuda y apoyo a su compañera defenestrada para impulsar el partido. Por otro lado, la elección de Weidel apunta más en esa dirección. De 38 años, lesbiana y con dos hijos adoptivos, tiene un perfil atípico y más reservado para AfD, asociada al ala liberal económica y sin ninguna disputa con otros miembros del partido. Aun siendo marcadamente conservadora, con un tono duro contra los inmigrantes y el Islam y crítica con el sector ultra, la dupla parece un intento para conciliar al partido. “La corrección política pertenece al basurero de la historia”, ha asegurado. Habrá que ver si dura.