Trump inicia el giro comercial de EE UU rompiendo con el acuerdo Transpacífico

El nuevo presidente adopta una nueva medida para desmantelar el legado de Obama

RICARDO MIR DE FRANCIA / WASHINGTON

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

El primer decreto de su presidencia fue un gesto para el Partido Republicano; el segundo, para los obreros industriales que fueron clave en su victoria de noviembre. Cuatro días después de jurar el cargo, Donald Trump ha sacado a Estados Unidos de la Asociación Transpacífica (TPP), el tratado comercial firmado por la Administración Obama con 11 naciones del Pacífico para profundizar los lazos económicos con la región y contener a China en su área de influencia. El decreto del nuevo presidente honra una de las promesas de su campaña y marca el inicio de un giro en la política comercial de la primera potencia mundial, tras más de dos décadas en las que ha liderado de forma agresiva una globalización que ha dejado por el camino un reguero de descontento.

“Llevábamos mucho tiempo hablando de esto”, ha dicho Trump al firmar la orden ejecutiva en el Despacho Oval. “Lo que hemos hecho es algo muy bueno para los trabajadores estadounidenses”. El nuevo presidente ha aprobado otros dos decretos, que se suman al que el mismo viernes de la investidura rubricó para frenar la implementación de parte de la reforma sanitaria de Barack Obama, denostada por los conservadores. Uno de ellos, congela la contratación de nuevos funcionarios públicos salvo en el Ejército, al que Trump pretende dedicar una masiva inyección de fondos. El otro seca de la financiación pública a las oenegés que practiquen o promuevan el aborto en el extranjero, una política que suelen adoptar las Administraciones republicanas y que congelan las demócratas. Trump también ha anunciado que la nueva Administración tiene intención de reducir de forma "masiva" tanto los impuestos como la regulación en el mercado.

La ruptura con el TPP entierra el principal hito del legado comercial de Obama, a pesar de que el acuerdo no había sido todavía ratificado por el Congreso. Trump hizo de él una de sus dianas más recurrentes durante la campaña, describiéndolo como “un mal acuerdo” para los trabajadores y un “desastre potencial para EE UU”. Sus posiciones en este sentido siempre han estado más cerca de los sindicatos y del ala populista del Partido Demócrata, representada Bernie Sanders, que de los republicanos.

Los conservadores, aliados con la gran empresa a través de instituciones como la Cámara de Comercio de EE UU, habían liderado hasta ahora la batalla ideológica para impulsar la liberalización comercial en el mundo, aunque han sido presidentes demócratas los que han firmado los mayores acuerdos. Fue Clinton, por ejemplo, quien rubricó el Nafta con México y Canadá en 1994. Trump también pretende renegociar este tratado o abandonarlo si no hay acuerdo y sus asesores ya se han puesto en contacto con los otros dos países implicados para que comience pronto la negociación. Del TTIP, el acuerdo comercial con la Unión Europea, ha hablado menos, pero se da prácticamente por hecho que se retirará de las negociaciones impulsadas por Obama. 

El portavoz de Trump ha dicho esta mañana que el nuevo presidente prefiere los tratados bilaterales a los multilaterales porque estos últimos equilibran los estándares a la baja y dan a EE UU los mismos derechos que se conceden a países pequeños. En el Transpacífico iban a participar naciones como Japón, Australia, Vietnam, Chile o Canadá, en total una docena de países que representan el 40% del PIB mundial. Además de eliminar muchos de los aranceles que gobiernan sus intercambios comerciales, pretendía estandarizar las reglas respecto a la propiedad intelectual o las patentes farmacéuticas.

Al igual que ha pasado en Europa con el TTIP en Europa, el acuerdo había topado con una significativa oposición de diversos sectores sociales, que consideran que prioriza los intereses de las multinacionales a los de los trabajadores, que hubiera extendido el monopolio de ciertos fármacos en detrimento de los genéricos o que habría dado a las empresas la posibilidad de demandar a los Estados, algo que ya contemplan otros tratados. La retirada de EE UU deja el futuro del TPP en el aire y China ya ha dado los primeros pasos para aprovecharlo, atrayendo a algunos de esos mismos países que ahora se quedan huérfanos a dos acuerddos que ella misma a orquestado.   

Tras enarbolar el nacionalismo económico durante su investidura, encapsulado en el eslogan ‘América, primero’, Trump también anunció durante la jornada que pretende reducir significativamente las regulaciones del gobierno e imponer “grandes aranceles” a las importaciones de empresas estadounidenses que hayan deslocalizado su producción. Lo hizo en un desayuno junto a los jefes de grandes empresas como Lockheed Martin, US Steel o Dow Chemical. Por la tarde tenía previsto reunirse con líderes sindicales y con los cabecillas demócratas y republicanos en el Congreso.

Ahora sí ha echado a andar la presidencia Trump y lo ha hecho con paso firme tras la ridícula polémica en la que se enzarzó durante el fin de semana con la prensa, al falsear los datos de asistencia a la investidura y negar que se hubiera enfrentado a los servicios de inteligencia. 

{"zeta-legacy-despiece-horizontal":{"title":"Trump muestra predilecci\u00f3n por el presidente de Egipto","text":null}}