La tensión se dispara en Kos

La policía local, desbordada, carga contra los refugiados que esperan un documento

JAVIER TRIANA / ATENAS

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La situación era tensa y terminó por explotar. La suma de miles de inmigrantes desesperados con unas decenas de fuerzas de seguridad desbordadas no podía arrojar un resultado satisfactorio en una situación tan prolongada en la isla griega de Kos. A porrazos gaseando a los refugiados con extintores, varios agentes de la policía insular trataron de dispersar un grupo de refugiados hastiados de esperar en condiciones límite la documentación necesaria para continuar su viaje hacia el norte de Europa.

Unos 7.000 migrantes permanecen en la actualidad en la turística isla de Kos, cuya población es de 30.000. Mientras que algunos centenares de refugiados se hacinan en el abandonado hotel Captain Elias, otros optan por instalarse en parques y playas, y son habituales las escenas en las que veraneantes borrachos vuelven de juerga delante de familias sirias, afganas o paquistanís durmiendo sobre cartones. En un intento por concentrar a un mayor número de migrantes en un solo espacio —pero también preocupados por la influencia negativa sobre el turismo, una de las principales fuentes de ingresos de la isla—, la policía trató de realojar a 1.500 de ellos en el estadio de la localidad.

Según el medio digital Greek Reporter, los inmigrantes resistieron estos intentos de reubicación de la policía y se enfrentaron a los agentes, en medio de gritos en los que reclamaban su documentación. Se trata de un papel que les autoriza a estar de manera legal en Grecia entre uno y seis meses antes de solicitar asilo. Sin embargo, la mayoría usa este documento como salvoconducto para llegar a Atenas sin riesgo de deportación y, desde allí, a través de Macedonia, Serbia y Hungría, al norte de Europa. El trámite, gestionado por la policía local, tarda cada vez más tiempo, ya que una decena de agentes tienen que hacer frente un número creciente de solicitudes.

En declaraciones a la prensa griega, el alcalde de la localidad de Kos, Giorgos Kiritsis, adelantó que esta crisis terminaría con un «baño de sangre si la situación se sigue degenerando». «Ya no hay ley ni orden en la isla», agregó Kiritsis.

El pasado lunes, un agente fue suspendido tras descubrirse que había abofeteado a un inmigrante. Sus compañeros han decidido protestar y se niegan a enfrentarse a los migrantes hasta que lleguen antidisturbios desde Atenas, algo que se espera suceda en breve.

A la deriva en el Egeo

Por su parte, los guardacostas turcos rescataron ayer a 330 refugiados sirios a la deriva en el mar Egeo. Los migrantes viajaban en ocho lanchas inflables que partieron desde la costa oeste de Turquía con intención de alcanzar Grecia. Entre los rescatados, mujeres embarazadas, docenas de niños y, al menos, cinco recién nacidos. «Nos dijeron que Europa nos recibiría, pero nos cierran la puerta en las narices», apuntó Abdul, un joven de Damasco, a la agencia Reuters. Y añadió: «Seguiremos intentando llegar a Grecia cada día».