La crisis griega

Regreso a otro siglo

Un simpatizante del Pasok en un acto del partido, el pasado miércoles.

Un simpatizante del Pasok en un acto del partido, el pasado miércoles. / periodico

MONTSE MARTÍNEZ

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Preguntar en estos momentos sobre el diálogo social en Grecia puede parecer una broma. De mal gusto, claro. Simplemente, porque no existe. Las negociaciones entre los sindicatos, patronales y Gobierno, en el mejor de los casos, están tocadas de muerte y, en el peor, ya han pasado a mejor vida. La troika -Fondo Monetario Internacional (FMI), Banco Central Europeo (BCE) y Comisión Europea (CE)-, con unas severas exigencias inasumibles para los representantes de los trabajadores, ha hecho desaparecer de un plumazo la negociación de convenios colectivos en Grecia.

Las dos principales confederaciones sindicales del país -la del sector público y la del sector privado- convergen en una clara advertencia sobre la deriva que está tomando el nuevo escenario laboral, caracterizada por una pérdida abrumadora de los derechos de los trabajadores y acompañada de un alarmante deterioro de las prestaciones sociales.

«Lamentablemente, la tendencia es que los derechos de los trabajadores están retrocediendo dos siglos». Con esta contundencia se expresa Kostas Tsikrikas, presidente de la Confederación de Sindicatos de Trabajadores del Sector Público (ADEDY), que va más allá: «Se está poniendo a prueba la civilización, con una grave ruptura de derechos humanos y legales». Desde la organización sindical del sector privado -Confederación de Trabajadores del Sector Privado (GSEE)-, el economista Petrus Linardos no solo corrobora la brutal regresión de los derechos de los trabajadores sino que añade:«El diálogo se rompió cuando el Gobierno, a instancias de la troika, empezó a aplicar, hace dos años, unos recortes importantísimos sin consultar a nadie».«Es muy difícil encontrar el sentido a los sindicatos en este contexto», reflexiona para, a renglón seguido, añadir que las formaciones sindicales deben, como todo el país, replantearse su futuro.

Cifras de vértigo

Y es que es muy difícil, si no imposible, sentarse a negociar bajadas salariales de entre el 30% y 40%, reducción del salario mínimo de los 751 euros a los 586 euros -511 euros en el caso de los jóvenes- y reducciones de cotizaciones a la seguridad social, entre otros recortes. Y con todo y con ello, a pesar de la flexibilidad del mercado laboral, aumenta el paro y el trabajo en negro.

La cifra de desempleo hecha pública ayer, en referencia al primer trimestre del año, ya supera el 22%. Un informe del Ministerio de Trabajo constata, además, que el empleo en negro sigue aumentando.

Es mediodía y el sol cae a plomo en el centro de Atenas. En una pequeña callejuela adyacente a la plaza Sintagma, los 40 grados no disuadían ayer a un pequeño grupo de trabajadores de la limpieza pública que, rodeados de policía, protestaban por su despido, unos, y las condiciones en las que trabajan, otros.

Una postal, la de las protestas, convertida en habitual, a juzgar por el relato de los atenienses que han dejado de atender ya a estos grupúsculos de trabajadores por ser el pan de cada día. Entre ellos se encuentra un hombre que, explica, debe pagar su propio seguro de 300 euros de los 1.000 que cobra. A Xenophon, como a muchos griegos, hace tiempo que no le salen los números.

Desde la patronal no todos comulgan con la fórmula de la troika que -coinciden- no ha dado los resultados esperados. El presidente de la Confederación Nacional del Comercio Griego, Vassilis Kordidis, admite que las relaciones con los trabajadores son«muy tensas».

Trabajo y consumo

«Hay que partir de la base de que el trabajador es consumidor y sin salario no hay consumo», asegura Kordidis, que se reconoce francamente preocupado por la situación del país, en general, y de su sector, en particular, donde se han cerrado más de 135.000 negocios pequeños y medianos desde los inicios del 2010.

El representante de la patronal del comercio considera esencial que Europa flexibilice las condiciones del memorando de austridad y mantiene que no se pueden bajar más los salarios. Pero desde la patronal del turismo, que mantiene unas por todos conocidas excelentes relaciones con la troika, no se anda con tantas contemplaciones, avalando sin miramientos los draconianos ajustes.

Con toda la atención puesta en las elecciones del domingo, nadie, ni sindicatos, ni patronal desean la salida de Grecia de la eurozona. Es más, les aterroriza la posibilidad. También parecen ir todos a una en la voluntad de esforzarse en hacer los deberes impuestos por Europa. Pero dicen necesitar más flexibilidad para no morir en el intento.