Análisis

El primer desafío de la 'doctrina Obama'

Ejercicio naval de Corea del Sur.

Ejercicio naval de Corea del Sur.

Rafael Vilasanjuan

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Nadie quiere otra guerra. Es la principal conclusión de la nueva doctrina de seguridad norteamericana deBarack Obamarecién salida de imprenta. Ni unilateralismo, ni guerras preventivas. No es un decálogo pacifista. Si hay que intervenir se hace. Pero frente a la política del capricho, que abrió los laberintos de Afganistán e Irak, se inicia una nueva etapa. EEUU quiere seguir liderando la agenda global, pero reconoce dos cambios evidentes. El primero, que una falla profunda recorre el equilibrio de poderes mundial con nuevos competidores más allá del modelo único que forjó la victoria de la guerra fría. El segundo, más importante, es que no se puede seguir destruyendo estados para hacer frente al terrorismo o al narcotráfico, porque esa es la estrategia de quienes se pretende combatir.

Seguirá habiendo conflictos en Somalia, en Sudán, en Colombia o Filipinas, por mencionar algunos, y nuevos episodios de violencia allá donde gran parte de la población vive en precariedad extrema como Tailandia o están perseguidos como en Zimbabue o Guinea. Pero donde vamos a comprobar si la nueva doctrina no es simplemente un giro semántico es en Corea.

La península que alberga las dos mitades de un mismo país se conserva tan caliente como en la guerra fría. En el sur, todavía hay más de 35.000 soldados de EEUU y navíos de guerra que, si es preciso, escoltarán las maniobras de la Corea democrática en medio de la tensión creciente. En el norte, con el apoyo de China, el excéntricoKim Jong-ilmantiene a 25 millones de personas en régimen carcelario. Es cierto que la caída del comunismo marcó el final de una historia, y aunque dejó un glaciar a la deriva en esta parte del mundo, aquí empieza otra. Corea es el primer escenario serio de confrontación directa entre dos potencias globales a las que no les interesa enfrentarse, por eso no habrá guerra. La nueva doctrina de seguridad ya es toda una declaración de intenciones para cerrar este primer desafío. Ahora falta que China asuma su parte para rebajar la tensión.