MARCHA ATRÁS A UN POLÉMICO MEGAPROYECTO

Obama, héroe medioambiental al rechazar el oleoducto Keystone XL

El presidente de EEUU asegura que la construcción "no servirá a los intereses nacionales" y reconoce que se había convertido en un "símbolo"

Obama (centro), junto a Biden (derecha) y Kerry, en la Casa Blanca, este viernes.

Obama (centro), junto a Biden (derecha) y Kerry, en la Casa Blanca, este viernes. / periodico

IDOYA NOAIN / NUEVA YORK

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Barack Obama va a llegar a la cumbre del clima de París con aura de líder y de héroe para muchos medioambientalistas. Este viernes, tras siete años de estudio, el presidente de Estados Unidos ha rechazado la construcción del oleoducto Keystone XL, un polémico megaproyecto canadiense de casi 1.800 kilómetros que habría trasladado diariamente unos 830.000 barriles de crudo extraído de arenas bituminosas en Alberta hasta Nebraska y desde allí al golfo de México.

“La construcción no servirá a los intereses nacionales”, ha dicho Obama en una comparecencia en la que ha anunciado su decisión junto al vicepresidente Joe Biden y a John Kerry, titular del Departamento de Estado, que tenía que aprobar la obra al ser transnacional y es quien ha alcanzado esa conclusión. "Estados Unidos es hoy líder en la lucha contra el cambio climático. Aprobar este proyecto habría minado ese liderazgo global", ha afirmado el presidente.

Lo que empezó como un proyecto de infraestructuras ha ido cobrando con los años forma de “símbolo” de protección medioambiental y los analistas creen que ha sido precisamente la gran implicación en contra del oleoducto de activistas y expertos en medioambiente lo que ha acabado inclinando la balanza de Obama.

LEGADO MEDIOAMBIENTAL

El presidente está empeñado en dejar como parte de su legado la lucha contra el cambio climático, que también está librando a través del poder ejecutivo con diversas órdenes para limitar la emisión de gases o proteger el agua, medidas que algunos republicanos y representantes de la industria del carbón están retando en los tribunales.

“Obama es el primer líder [que rechaza un proyecto de infraestructuras] por su efecto en el clima y eso le da nueva estatura como líder medioambiental”, ha aplaudido en un comunicado Bill McKibben, fundador de la organización contra el cambio climático 350.org. McKibben ha recordado que “es posible que el próximo presidente deshaga esto, pero hoy es un día para celebrar”.

CONTAMINACIÓN Y EMPLEO

Cuando la empresa TransCanada inició en el 2008 la tramitación de permisos para construir el Keystone XL, el proyecto parecía otra obra de infraestructura más, pero ha ido ganando en polémica. Lo han apoyado muchos republicanos y también demócratas de estados vinculados al petróleo, pero cada vez era también más criticado por los medioambientalistas, que recuerdan que la extracción de las bituminosas es más contaminante que la tradicional, con hasta un 17% más de emisiones.

También ha sido debatido el supuesto beneficio que tendría en creación de puestos de trabajo. Se ha calculado que durante los dos años de construcción podría generar 42.000 empleos temporales (solo 3.900 de ellos en construcción, el resto indirectamente), pero una vez concluido solo dejaría 35 puestos permanentes.

RELACIONES BILATERALES

Ha habido también consideraciones de relaciones diplomáticas en el análisis. Durante los años de presidencia en Canadá del conservador Stephen Harper, firme defensor del Keystone, Obama ha parecido no querer tensar las relaciones bilaterales con un importante aliado. Ahora que ha dado el relevo a Harper el centroizquierdista Justin Trudeau, también favorable al proyecto pero no tan volcado en su impulso y defensa, la Casa Blanca demuestra considerar aceptables las potenciales consecuencias políticas.

De hecho, Obama ha llamado a Trudeau antes de anunciar su decisión y ha contado que, aunque su homólogo canadiense le ha mostrado su “decepción”, también ha reconocido que hay muchas áreas de cooperación, incluyendo la lucha contra el cambio climático.

Justo esta semana TransCanada había presentado al Departamento de Estado una petición de que suspendiera el estudio del proyecto. Los medioambientalistas (y hasta la Administración, que se negó a aceptar la petición) denunciaron que se trataba de una treta para intentar mantener opciones abiertas con un futuro presidente temiendo que Obama estuviera cerca del rechazo. El temor, como se ha demostrado hoy, tenía fundamento.