Obama en la mezquita

Obama saluda a los integrantes de la Sociedad Islámica de Baltimore.

Obama saluda a los integrantes de la Sociedad Islámica de Baltimore. / periodico

IDOYA NOAIN / NUEVA YORK

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Casi la mitad de los republicanos de Estados Unidos, el 45% exactamente según encuestas recientes, siguen pensando que el presidente Barack Obama es musulmán y no cristiano. Muchos de ellos son los conservadores que han encontrado en la islamofobia de Donald Trump, el candidato que propone vetar la entrada de todos los musulmanes en EEUU, voz pública a un sentimiento que a menudo expresan en privado. Quizá incluso algunos sean quienes han incrementado desde los atentados de París y el tiroteo de San Bernardino (California) los ataques de odioagresiones y vejaciones a los practicantes de la fe islámica en EEUU y sus lugares de culto y negocios hasta niveles que no se veían desde después del 11-S. A ellos -indirecta pero claramente- y la propia comunidad de estadounidenses musulmanes, una minoría que ronda el 1% de la población, se dirigió este miércoles Obama en un acontecimiento histórico en su presidencia: su primera visita a una mezquita en suelo estadounidense.

En la Casa Blanca aseguran que los siete años que ha tardado en gestarse esa visita, para la que Obama escogió la Sociedad Islámica de Baltimore (Maryland), han sido más cuestión de logística que de política. No ocultan, no obstante, que el mandatario que ya ha visitado durante sus dos mandatos mezquitas en países como Egipto o Indonesia ha ido acumulando recientemente irritación con las provocaciones de Trump y de otros políticos y voces conservadoras que nutren la islamofobia. Y con las elecciones para darle el relevo a nueve meses, se hace ineludible también ver en su aparición en Baltimore el componente político de un presidente liberado de la presión de las urnas y, al mismo tiempo, decidido a intentar influir en la elección de su sucesor.

Algunas líneas del discurso de 45 minutos que ofreció tras mantener una reunión a puerta cerrada con 12 representantes de la comunidad musulmana en EEUU hacían cristalino ese mensaje:  “La inexcusable retórica política contra los musulmanes no tiene cabida en nuestro país”. “Debemos rechazar políticas que buscan manipular prejuicios”. “La mejor forma de combatir a los terroristas es negarles legitimidad y mostrarles que aquí no suprimimos el islam”, dijo para añadir: “No debemos jugar a la propaganda del terrorismo y no podemos sugerir que el islam está en la raíz del problema”.

DE LAS LIBERTADES AL CINE

No era una llamada a “un nuevo principio” en las relaciones de EEUU con el mundo musulmán como la que hizo en junio de 2009 en la Universidad de El Cairo, sino, más bien, un recordatorio de valores estadounidenses como la libertad religiosa. Y casi tuvo que disculparse por recordar “obviedades” como que esa libertad fue una de las piezas claves de la fundación del país.

Fue, también, una denuncia de la demonización de una comunidad, y no solo por parte de los políticos a los que no nombró. Obama denunció, por ejemplo, el “a menudo distorsionado retrato” de los musulmanes que a menudo se ve en medios de comunicación y películas y llegó a sugerir que hace falta que ese retrato no siempre se realice a través del prisma de la seguridad nacional.

Obama, que justo una semana antes se convirtió en el primer presidente en activo que ofrecía un discurso en la embajada de Israel, tuvo también reclamaciones para los musulmanes, incluyendo la de "denunciar” cuando en cualquier parte del mundo los perseguidos son otros como los cristianos o se desata el antisemitismo. “Debemos ser consistentes en la denuncia de la retórica de odio y la violencia”, dijo para finalizar: “No podemos ser espectadores del odio”.