5 minutos para destruir un pueblo

Cinco minutos. Ese es el tiempo que transcurrió entre que el veinteañero Adam Lanza voló la puerta de seguridad que daba entrada al colegio de primaria de Sandy Hook y se pegó un tiro para suicidarse, según determinó mucho después el informe de la investigación. Pero esos cinco minutos le bastaron para destrozar un pueblo y pasar a la historia de la infamia como el autor del segundo tiroteo con más víctimas de la historia del país tras Virginia Tech. Veinte niños de 6 y 7 años, además de la directora del centro, la psicóloga y cuatro profesoras, murieron en la escuela.

DOS PISTOLAS Y UN RIFLE

La semana que viene se cumplirán tres años de la tragedia en Newtown (Connecticut), donde Lanza vivía con su madre (Nancy) desde que se divorció en el 2009 hasta que la mató en su cama aquel mismo día antes de partir hacia el colegio. Tanto las dos pistolas semiautomáticas como el rifle de asalto que utilizó en la matanza las había comprado ella legalmente, así como el arsenal que más tarde encontró la policía en la casa. Muy retraído y con serios problemas mentales, Lanza pasó los dos últimos años escolarizado en casa por su madre. Uno de su antiguos profesores le dijo a los investigadores que podía escribir 10 páginas "obsesionado con batallas, destrucción y guerra".

Por lo que se ha escrito tenía fijación con los videojuegos violentos y las armas, que disfrutaba con su madre yendo juntos a disparar algunos fines de semana. Pero la relación entre ambos era extraña. Ella había hecho de voluntaria en Sandy Hook durante más de una década y el informe de la investigación concluyó que "Lanza aparentemente sentía que su madre quería más a los alumnos que a él mismo". Una tesis que explicaría por qué atacó la escuela.