Merkel, en su más difícil encrucijada

Grecia pone a prueba el liderazgo político de la mujer más poderosa del mundo

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SILVIA MARTÍNEZ / BRUSELAS

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Angela Merkel alcanzó la presidencia de la CDU en el año 2000 y la de Alemania cinco años más tarde, lo que significa que lleva más de una década en lo más alto de la política europea. Desde entonces no hay nadie que le haya hecho sombra ni en Berlín ni en Bruselas, aunque las críticas a su forma de gestionar la crisis económica que vive Europa desde hace más de siete años han sido una constante. La más contundente, la de su padre político, Helmut Kohl, que llegó a acusarla hace cuatro años, poco después de firmarse el primer rescate griego, de estar destruyendo su Europa con una estrategia «muy peligrosa». La conservadora alemana está más que nunca en la encrucijada más importante de su vida. O empujar a Grecia fuera del euro y poner en riesgo de nuevo la estabilidad de la eurozona o rebelarse ante la presión política interna cavando lo que puede ser su tumba política.

En casa, la opinión pública germana no da tregua y quiere mano dura. «Necesitamos a la cancillera de hierro», titulaba hace unos días el diario alemán Bild, resumiendo el sentir de sus lectores, de los cuales el 88% no quieren seguir prestando dinero a Grecia. Y no solo los alemanes de a pie. En febrero pasado, un centenar de diputados de la CDU advertían de que era la última vez que votaban a favor de la extensión del rescate griego y la mitad del partido está convencido de que una salida de Grecia del club del euro no sería tan desastrosa. «Tras la escalada política de las últimas semanas, hasta Angela Merkel necesita prestar atención a las mayorías que tiene detrás», advertía en un editorial el Sueddeutsche Zeitung a principios de semana.

Un elemento político importante que no hay que perder de vista si se tiene en cuenta que Merkel, la mujer más poderosa del mundo, como la calificara hace unos años la revista Forbes, aún no ha aclarado si optará a un cuarto mandato en las próximas elecciones presidenciales alemanas, que tendrán lugar en el 2017. «Se enfrenta a dificultades internas que tienen el potencial de acabar con su cancillería. El problema es, si confiamos de nuevo en Grecia y vamos hacia un rescate, que Merkel podría encontrarse en la misma situación en seis meses y de nuevo en un año, lo que sería extremadamente dañino para ella», opinaba esta semana Artur Fischer, director ejecutivo de la Bolsa de Berlín. «¿Podrá resistir a las voces opositoras de su partido que en el Bundestag claman contra un tercer rescate?», se pregunta.

Inestabilidad

Muchos, sin embargo, empezando por Francia y la Comisión Europea, esperan de ella que actúe en estos duros momentos con el liderazgo que se espera del país más rico y poderoso del viejo continente. En su mano está evitar la salida de Grecia del euro y esquivar una nueva etapa de inestabilidad financiera que podría terminar destruyendo el proyecto de unión económica y monetaria que tantos traspiés ha vivido en estos últimos años. La líder de la CDU no es de la línea dura, pero sigue sin estar claro cómo reaccionará en casa y si tomará las riendas ante una batalla en el Bundestag que se augura compleja.

«Merkel debe tomar una postura contraria a la que su ministro de Finanzas ha seguido hasta la fecha. Schäuble es sin duda una de las figuras políticas imponentes en Europa, pero su estrategia de salvar a la eurozona empujando a Grecia fuera de ella es equivocada. Merkel debe intervenir para salvar a Grecia como parte de la zona euro y eso significa aliviar la carga de la deuda del país. Hacerlo de otra manera en estos momentos crearía una visión irreparable entre una Europa de ricos y otra de pobres, una de poderosos y otra de débiles», opina el profesor de la Universidad de Columbia Jeffrey Sachs.