CRÓNICA DESDE ROMA

El juicio final de las cabinas telefónicas

Una cabina romana.

Una cabina romana.

ROSSEND Domènech

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A razón de 136 por día, unas 30.000 al año, y en el 2015 las cabinas telefónicas de Italia habrán dejado de existir. Salvo en algunos pocos lugares. El año pasado fueron usadas de media menos de tres veces por día y la Autoridad para la Comunicación (Agcom) ha autorizado a Telecom a desmantelarlas. A no ser que haya peticiones para que sobrevivan.

Dos meses antes de que desaparezca cada uno de estos cubículos, que durante decenios fueron la única conexión en la distancia entre personas, la telefónica deberá colgar un letrero que lo avise, con día y hora. Deberá añadir que, si hay interés en mantenerlo, lo digan a Agcom, que ha abierto una dirección de correo electrónico (cabinatelefonica@agcom.it) para que particulares o grupos pidan clemencia.

En Francia, Irlanda, Gran Bretaña y España se están ensayando resurrecciones para las cabinas. En Italia no. En París les ponen internet. En Madrid están probando a convertirlas en la casa de los enchufes para coches eléctricos. En Dublín y Londres, como conexiones dewi-fi. En Italia la protesta por la decapitación pura y simple corre en los foros de internet: «¿Y si se rompe el móvil? ¿Y si a uno se lo roban? ¿Y si se descarga la batería? ¿Y si en la zona no hay una buena cobertura?».

El país del mundo con más móviles por habitante es Italia. Tres tarjetas SIM de promedio por cabeza... y de tres compañías distintas. Porque a los italianos les gusta hablar mucho, aunque las estadísticas de este mes revelan que el móvil lo usan más para mensajes que para conversar. La frase «nos hemos dejado por SMS» ya es un clásico. Como ligar por mensajitos, en el lapso de tiempo que media desde que la pareja se conoce hasta el primer encuentro a solas.

Hasta hace 10 años --ayer--, se hablaba desde las cabinas con una ficha que duraba un tiempo infinito, y que era usada también como moneda. De manera que se habían convertido en la caja mágica de la comunicación familiar, amorosa, laboral e incluso trágica (en ellas los terroristas dejaban sus reivindicaciones). Después los minutos fueron rebajados a 20 y salieron las tarjetas magnéticas. En 1992 llegó el primer GMS, que funcionaba solo a lo largo de dos autopistas del país, y en 1995 el teléfono móvil se generalizó. Las cabinas las utilizaban solo los extracomunitarios para llamar a sus países. Ahora, entre lossin papelesque atraviesan el canal entre Libia y Sicilia uno de ellos siempre lleva un móvil por satélite.

Y uno se pregunta cómo lo haría un nuevo Hitchcock para ambientar tantas escenas de sus películas, dado que el móvil, un móvil, no es lo mismo porque no es un espacio. Joel Schumacher no habría podido realizar suPhone Booth y Melanie Daniels no se habría zafado deLos pájaros. ¿Y Tom Cruise? ¿Cómo se habría comunicado y habría mantenido en vilo a los espectadores durante su interminable fuga enLa tapadera? ¿Y el dramático estallido de la cabina enEl Crack de José Luis Garci? ¿Y la memorable ratonera y sucesiva peregrinación de la cabina de Antonio Mercero, posible metáfora de la dictadura española, con la genial actuación de José Luís López Vázquez?