La iglesia de Charleston, un símbolo de la igualdad entre razas

El exterior de la iglesia de Charleston, llena de flores en homenaje a las víctimas.

El exterior de la iglesia de Charleston, llena de flores en homenaje a las víctimas. / AFP

R. MIR DE FRANCIA / WASHINGTON

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Situada a solo unos minutos del antiguo mercado de esclavos de Charleston, una de las ciudades más evocadoras del sur de Estados Unidos, la iglesia Africana Metodista Episcopaliana de Emmanuel era un símbolo de los derechos civiles de los negros, un fortín consagrado a la igualdad en una tierra envenenada durante siglos por el supremacismo blanco. Fundada en 1816 por esclavos y negros libres que huían del racismo imperante en las iglesias blancas, su historia ha oscilado cíclicamente entre el activismo y la tragedia. Las nueve personas abatidas el miércoles por la noche son los últimos mártires asesinados por el color de su piel.

Uno de sus primeros líderes fue Denmark Vessey, un carpintero esclavizado que compró su libertad tras ganar la lotería. En 1822, Vessey organizó una rebelión que, según algunas crónicas, pretendía movilizar a miles de esclavos de Charleston y las plantaciones aledañas. Pero uno de los miembros de su congregación dio el chivatazo a su dueño y tanto Vessey como una treintena de sus colaboradores acabaron siendo ejecutados en la horca. El estado de Carolina del Sur culpó a la «religión negra» de instigar el levantamiento y, como represalia, prohibió los servicios religiosos conducidos por negros sin la presencia de un hombre blanco. A la iglesia se le prendió fuego y el resto de su feligresía tuvo que pasar a la clandestinidad.

Después de la guerra civil y el final de la esclavitud, un terremoto volvió a destruir a «Madre Emmanuel», como se conoce a la iglesia entre los lugareños. Y con el cambio de siglo pasó a estar en el centro de la lucha gradual por los derechos civiles. Por su púlpito pasaron desde Booker Washington a Martin Luther King Coretta Scott King. En 1969, la hija del reverendo, asesinado un año antes, desafió a cientos de militares de la guardia nacional apostados en las calles con una marcha hasta la iglesia para respaldar la creación de un sindicato para los trabajadores sanitarios negros.

Aquellos días son ya historia, pero las vestigios del odio racial siguen asomando periódicamente la cabeza. «La única razón por la que alguien puede entrar en una iglesia y disparar a la gente que reza es el odio», dijo ayer el alcalde de la ciudad, Scott Riley. La iglesia negra más antigua del sur sigue resistiendo.