La carrera hacia el Elíseo

Hollande, más cerca

El candidato socialista se consolida como favorito para ganar a Sarkozy en la primera vuelta de las presidenciales

Hollande, en un acto electoral en Vitry-Le-Francois, ayer.

Hollande, en un acto electoral en Vitry-Le-Francois, ayer.

   MARTA LÓPEZ

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En el número 10 de Solférino, sede del Partido Socialista (PS) francés, se respira optimismo. También en la calle, en los últimos actos de campaña del candidato a las presidenciales, François Hollande, antes de la primera vuelta de mañana. Y hay motivos para la confianza. Cuatro de los seis últimos sondeos publicados ayer daban a Hollande ganador por hasta tres puntos de diferencia sobre el actual presidente y candidato de la Unión por un Movimiento Popular (UMP), Nicolas Sarkozy. En segunda vuelta, la distancia se amplía hasta los 14 puntos.

Desde 1981, año en que François Mitterrand arrebató la presidencia a Valéry Giscard d'Estaing, nunca un candidato socialista ha estado tan cerca de recuperar el palacio del Elíseo para la izquierda. Y hace solos unos meses, este sueño semejaba una veleidad. Nadie apostaba por Hollande cuando este se erigió en presidenciable tras el descenso a los infiernos de Dominique Strauss- Khan desde la suite de un lujoso hotel de Nueva York el 15 de mayo del 2011.

Era el flamante director gerente del Fondo Monterario Internacional (FMI) el que estaba llamado a apartar a Sarkozy del Elíseo y no Hollande, un hombre de partido que a sus 57 años no ha ejercido en ningún cargo público relevante. Arropado por los sondeos, en los últimos días de campaña, un Hollande más combativo que nunca ante el gran salto político de su vida ha dejado sin palabras a aquellos que desde sus propias filas le llamaban flou (flojo) y mou (blando) y que sus adversarios de la derecha resumieron en flanby (flan).

Como su mentor y maestro Mitterrand, al que le gusta compararse y cita frecuentemente, Hollande encarna la esperanza del cambio en un país asustado por la crisis y harto de un presidente que empezó con magia y que acaba su mandato con una popularidad del 33%, el porcentaje más bajo que ha tenido nunca un jefe del Estado en ejercicio en la V República. En el fondo y en las forma, Hollande es el anti-Sarkozy. Por eso, para subrayar esa distancia prometió ayer «una presidencia modesta para el que la ejerce pero ambiciosa para el país».

Representante del ala más centrista del PS y convencido europeísta, si gana, Hollande tendrá por delante el mismo reto que afrontan otros dirigentes europeos, con escaso éxito hasta ahora: cuadrar las cuentas -la deuda pública es del 89% del PIB, 10 puntos superior a la española- e impulsar el crecimiento, que en Francia está calculado en un magro 0,7% este año. Su programa conjuga rigor financiero y políticas de inversión y resume su filosofía en una frase: «Mi adversario no tiene nombre, ni rostro, ni partido. Mi adversario es quien gobierna. Es el mundo de las finanzas, que ha tomado el control de la economía, de la sociedad y de nuestras vidas».

'REVOLUCIÓN' SOCIALDEMÓCRATA / Al prometer renegociar el tratado europeo de estabilidad fiscal para introducir estímulos al crecimiento, Hollande se ha situado en cabeza de una revolución socialdemócrata en una Europa dominada por la derecha. El candidato es profundamente europeísta pero cree que más allá del rigor presupuestario, otra Europa es posible. Ha sufrido por ello el vacío que le han hecho la cancillera alemana, Angela Merkel, y el primer ministro británico, David Cameron. Un boicot que han contrarrestado en Francia las múltiples personalidades de la derecha que en los últimos días han hecho público su apoyo a Hollande, encabezados por el expresidente Jacques Chirac.

«Está confiado» en la victoria, afirma una de las portavoces del candidato, Delphine Bathu. Pero los socialistas saben que la euforia es mala compañera. En la memoria todavía pesa mucho el recuerdo de la noche del 21 de abril del 2002, cuando el entonces candidato Lionel Jospin fue eliminado en la primera vuelta por el ultra Jean Marie Le Pen.

Ese escenario es hoy imposible pero el gran número de indecisos que reflejan los últimos sondeos (38%) y una abstención podría alcanzar el 32% arrojan algunas dudas sobre los comicios, sobre todo cara al resultado que pueden lograr las opciones más radicales. En el campo de Hollande preocupa ese índice de abstención que marcaría un récord y que, según el candidato «no es de apatía, sino de ruptura» pero también el resultado que pueda tener el candidato del Frente de Izquierda, Jean Luc Melénchon. Por eso, ayer insistía todavía Hollande: «La única oportunida de la derecha es la división de la izquierda» .