TERROR EN FRANCIA

¿Por qué habéis hecho esto?

Dos de los trabajadores de la revista 'Charlie Hebdo', este domingo.

Dos de los trabajadores de la revista 'Charlie Hebdo', este domingo.

MARC MARGINEDAS / PARÍS

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Monique caviló, en los días previos a la macromanifestación de este domingo en París, una original manera para homenajear a los 17 fallecidos en los tres días de terror que ha vivido Francia en la última semana. Cogió 17 lapiceros y los adhirió con pegamento en la pancarta con la que desfiló por el bulevar Voltaire de la capital francesa. A diferencia de la inmensa mayoría de los millones de franceses que ayer salieron a las calles parisinas, la suya parecía ser una solidaridad intensamente sentida, muy contenida y, desde luego, nada parlanchina, Prácticamente, había que extraerle con fórceps las declaraciones: «He venido para acompañar en la tristeza a los muertos y a sus familias», dijo, con el rostro circunspecto. No cree que los valores de la República francesa, resumidos en el lema oficial del país -libertad, igualdad y fraternidad- estén en peligro. «Pero sí que hay que luchar por ellos; hay que luchar para poder seguir hablando».

Lo cierto es que muchos de los participantes en la multitudinaria marcha intentaron responder con ingenio y humor al desafío que han afrontado en esos tres ominosos días, en los que el yihadismo ha logrado mantener a Francia y al mundo entero con el corazón en un puño. Y las pancartas que portaban así lo pretendían evidenciar. 'Nadie puede matar a Charlie, ni siquiera el rey de los tontos', rezaba una. 'Muramos por las ideas, de acuerdo, pero de forma lenta'se leía en otra. '¿Por qué habéis hecho esto?', se preguntaba un dibujante a un yihadista en otro de los pasquines. 'Porque nunca he sabido dibujar'respondía este. Algunos carteles, incluso, jugaban con el lenguaje francés: 'Crayons, croyantes, tous unis' (lapiceros, creyentes, todos unidos).

Y entre el sinfín de eslóganes que ayer se dejaron ver por esta céntrica arteria parisina, bautizada con el nombre de un filósofo de la Ilustración y principal eje del distrito XI de la capital francesa, uno se imponía de forma abrumadora y por goleada sobre el resto de mensajes visibles. 'Yo soy Charlie, yo soy poli, yo soy judío', en referencia a los tres comunidades profesionales y religiosas (fuerzas de seguridad, periodistas y caricaturistas, y franceses de confesión judía) que han sido objetivo de los hermanos Kouachi y del yihadista Amedi Coulibaly en esas 72 horas de terror sin precedentes que ha padecido el país.

Como en todas las manifestaciones con aspiración a convertirse en actos que marquen un antes y un después, hubo sus momentos álgidos, sus picos de emoción, en los que el sentimiento parecía que desbordaría a los congregados. Uno de ellos fue cuando trabajadores de 'Charlie-Hebdo', con la frente vendada y protegidos por un cordón humano que impedía a nadie que se les acercara, ni siquiera a unos metros, pasaron ante el público. Enseguida, miles de voces corearon: «Charlie, Charlie...» voces que, acto seguido, entonaron la Marsellesa.

Momentos similares se vivieron cuando, tras una pancarta en fondo negro en la que se leía 'Policía en duelo'desfiló una representación de los cuerpos de seguridad. Hubo estallido de aplausos, y algún que otro conato de cantar de nuevo el himno nacional francés.

LA LIBERTAD DE PRENSA

El perfil de Olivier Jusfroid, parisino de 32 años, jefe de producción en una empresa, encajaba con los millones de congregados en el elegante bulevar parisino. Reconocía que no era «lector» de 'Charlie-Hebdo', que aunque encontraba divertidas sus viñetas, «no» estaba siempre «de acuerdo» con los mensajes que transmitían y las críticas que en ellas se vertían.

Pero su presencia en la macromanifestación, junto con la de su compañera, la veía «indispensable», y la justificaba en la necesidad de defender la libertad de la prensa. Olivier no cree que los millones de musulmanes de Francia supongan una amenaza alguna para los cimientos del Estado. «No hay que hacer una amalgama entre musulmán y el terror», sostuvo.

Pero, buenas intenciones aparte, los grandes ausentes del acto fueron precisamente esos franceses musulmanes y de origen árabe con los que Olivier no quiere establecer paralelismos. Pese a que la mayoría de ellos se opone al terror, la presencia de Binyamin Netanyahu este domingo en París acabó por alejarles de la marcha, sin poder expresar su repulsa por los crímenes de quienes afirman actuar en nombre de su religión, el islam.