LA APERTURA DE LA ISLA CARIBEÑA

Cuba vuelve a Washington

La bandera cubana ondea de nuevo en su embajada en la capital norteamericana 54 años después Ambos países reabren sus embajadas y restablecen las relaciones diplomáticas

RICARDO MIR DE FRANCIA
WASHINGTON

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Eloy Hernández es un marielito, uno de los más de 100.000 cubanos que llegaron a Estados Unidos en bote desde el puerto del Mariel en 1980, después de que el Gobierno de Fidel Castro abriera las puertas de la emigración para desactivar la crisis que se había creado en torno a la embajada peruana, donde miles de cubanos se refugiaron en busca asilo político. Vestido con una guayabera y recién llegado desde Miami, Hernández estaba ayer emocionado. «Es un momento histórico», decía a sus 69 años frente a la embajada cubana en Washington. «Hay que felicitar al presidente Obama porque sin su valentía nada de esto hubiera sucedido», añadió.

Después de 54 años, la bandera cubana volvió a ondear junto al edificio que hasta ahora ejercía de Sección de Intereses de Cuba en la capital estadounidense. Tras una ceremonia en el interior de la mansión de la calle 16, a la que asistieron unos 500 invitados, 30 de ellos llegados desde la isla en la comitiva que acompañó al ministro de Exteriores Bruno Rodríguez, la enseña se izó entre los compases del himno nacional cubano. Ese gesto, tan breve como simbólico, sirvió para formalizar el restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre los dos países y la reapertura de sus respectivas embajadas. El último vestigio de la Guerra Fría en América Latina ya es historia.

Entre el enjambre de cubanos y curiosos que se acercaron a ser testigos del momento imperaban sentimientos encontrados. Mientras la enseña escalaba el estandarte, izada por militares cubanos con el uniforme de gala, se escucharon gritos de «Cuba sí, Fidel no» y, al mismo tiempo, vítores a «Fidel», un dirigente que ha sobrevivido a 11 presidentes estadounidenses pese a los repetidos intentos de la CIA para asesinarlo y a las pulsiones de la sociedad cubana para acabar con los manierismos autoritarios y la corrupción de un régimen que abjuraba de Dios pero acabó convirtiendo a la familia Castro en el único dios de su altar. «Yo estoy a favor del restablecimiento de las relaciones porque el aislamiento no trajo la democracia a Cuba», decía el bloguero disidente, Orlando Luis Pardo, para añadir: «Pero en este nuevo contexto pedimos que se consideren los derechos de asociación y se permita al exilio cubano participar en el proceso que ahora se abre». El restablecimiento de las relaciones diplomáticas, fruto de varios meses de negociaciones auspiciadas por el Vaticano, es solo el principio del camino, tal y como se encargó de puntualizar el secretario de Estado de EEUU, John Kerry: «La normalización total con Cuba será larga y compleja».

Quedan todavía muchos asuntos por resolver para poder hablar de una normalización plena. Desde el final del embargo, que enfrenta una fuerte oposición en el Congreso de EEUU, a la restitución de las propiedades confiscadas a los estadounidenses tras el triunfo de la Revolución en 1959 o el futuro de la colonia militar de Guantánamo. «Hoy se abre la oportunidad de refundar unas relaciones bilaterales nuevas y distintas», dijo el canciller Rodríguez durante la ceremonia en la embajada. «Para ello, el Gobierno cubano compromete toda su voluntad y pide la devolución de Guantánamo, el fin del bloqueo y el respeto a la soberanía».

Rodriguez es el primer canciller cubano que viaja a Washington en visita oficial desde que Fidel Castro se reuniera con el vicepresidente Richard Nixon en 1959, dos años antes de que Eisenhower cortara las relaciones. Con Carter como presidente hubo un intento de acercamiento y fue entonces, en 1977, cuando se abrió la Sección de Intereses cubana.

Críticas al acuerdo

María del Carmen Casanova estaba especialmente triste. Su padre, su marido y dos de sus tíos pasaron por las cárceles de la Revolución. Eran todos hombres de Fulgencio Batista, el déspota que convirtió la isla en un burdel al servicio de los intereses norteamericanos. «Obama quiere hacer historia por encima de todo y, por eso ha capitulado cuando se sigue deteniendo a la disidencia», contaba.

Desde la medianoche del lunes, también la Sección de Intereses estadounidense en La Habana ha adoptado rango de embajada, pero su bandera no ondeará en el Malecón hasta que el secretario de Estado, John Kerry, viaje a la capital cubana el 14 de agosto. Por el momento, el único gesto de parte norteamericana se produjo en el Departamento de Estado horas antes de que que Kerry se reuniera con Rodríguez. La enseña cubana se añadió a la del resto de países con los que EE UU mantiene relaciones diplomáticas.