Elecciones legislativas en Venezuela

Crónica del derrumbe anunciado del chavismo

Un grupo de venezolanos celebran eufóricos la victoria de la oposición, en Caracas.

Un grupo de venezolanos celebran eufóricos la victoria de la oposición, en Caracas. / periodico

ABEL GILBERT / CARACAS

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Se desciende con pesimismo existencial al metro de Caracas. Griterío, empujones, una inercia de yogui que, de repente, deriva en estertores furiosos. Todo puede ocurrir antes empezar el trayecto en la estación Propatria, con destino al centro. La temperatura llega adentro del vagón a su punto de hervor. El río humano exuda. El olor a transpiración se mezcla con los perfumes femeninos. La gama de fragancias es tan extensa como la coquetería. El metro es una fábrica de estados paranoicos (se teme el atraco o el accidente) pero, también, de ilusiones y fracasos. Uno podría auscultarlos en los rostros de los pasajeros. Había, a esa hora en el que ya no entra nadie en el vagón, miradas en las que se dibujaban los efectos de la algarabía por la victoria electoral. En otras  estaba inscrita la desazón.

Se ha dicho: no cabía un alfiler. Así y todo, siempre hay un resquicio para la lectura. Una chica que debía estudiar en el Colegio Militar hacía malabares para sostener su ejemplar de 'Crónica de una muerte anunciada'. El título de la novela de Gabriel García Márquez podría alterarse levemente para explicar lo que había ocurrido.

Lo que se anunció en los últimos meses como inexorable fue el derrumbe del chavismo. De eso conversaban a tientas dos jóvenes. Al llegar a la estación Gato Negro, los amigos no se ponían de acuerdo. “¿No te has dado cuenta de que aquí hubo sabotajes?”. Parecían seguidores del comandante. El otro respondió: “Mira, este Gobierno se ha cavado su propia tumba. No hay revolución con una inflación que es la más alta del mundo”.  A su compañero no le quedó otra que aceptar la realidad. Abandonaron la formación en Bellas Artes, pero antes ya se habían llamado a silencio.

CHAVISTAS DISIDENTES

En las palabras dichas en voz alta y que se habían cruzado entre empujones, reverberaban otras de chavistas disidentes y exchavistas, palabras dichas cuando la derrota quizá podía evitarse. Desde el 2007, el alemán Heinz Dieterich, nada menos que el sociólogo que acuñó la frase “socialismo del siglo XXI", viene augurando lo que convirtió en una profecía autocumplida. Para Dieterich, Venezuela había devenido el gran teatro tragicómico de un farsante, no de un revolucionario”. La izquierda perdió el rumbo estratégico. Nicolás Maduro no estaba a la altura de las necesidades que exigía un viraje. En cambio, el presidente impulsó una “guerra económica ficticia” y se inventó un enemigo.

“Maduro y (Diosdado) Cabello deben renunciar”, exigió este lunes, desde la izquierda disidente, Javier Antonio Vivas, en el sitio aporrea.org. La crisis política, económica y social, añadió, “se ha agudizado en todos los órdenes debido a la ignominia de una dirigencia retrógrada” que en vez de haber asumido la situación de bancarrota “prefirió jugar a la ruleta rusa”. Serán días de pase de facturas, incluso entre leales.

En la superficie de la ciudad y en el metro seguramente se recordarán también las admoniciones de Jorge Giordani, quien fuera mano derecha de Hugo Chávez y en el 2013 se peleó con Maduro y Cabello. Giordani dijo entonces que había que haber tomado “medidas duras” para enfrentar el desastre económico. Era un disparate esconder las cifras de la inflación (que este año es del 211% anual). No podía seguir emitiendo billetes sin valor de manera descarada. Habrá, en estos vagones, acuerdos y desacuerdos, asentimientos y rechazos. Algo saben todos los viajantes. La historia, como un trompo, ha dado un giro que provoca mareos de felicidad o nauseas, según el pasajero.