La UE busca a Turquía en plena crisis migratoria

SILVIA MARTÍNEZ / BRUSELAS

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«La mayoría de los refugiados de guerra que vienen a Europa viajan por Turquía. No podremos ordenar y contener el flujo de refugiados sin trabajar conjuntamente con Turquía». La canciller alemana Angela Merkel, que este domingo viaja a Ankara para entrevistarse con su homólogo turco Recep Tayip Erdogan, fue ayer meridianamente clara. Turquía tiene la clave en la gestión de los flujos migratorios y de ahí que buena parte de la discusión del jueves en la cumbre de jefes de Estado y de Gobierno de la UE se centrara en qué dar al Gobierno de Tayip Erdogan a cambio de que tapone la llegada de nuevos refugiados Europa.

Sobre la mesa un plan con 3.000 millones, la apertura de nuevos capítulos en las negociaciones de adhesión y acelerar la liberalización de visados para los ciudadanos turcos.

La de ayer fue la cuarta cumbre monográfica que celebraban los líderes de la UE tras el estallido de la crisis migratoria. Y el foco se centró en cómo cooperar más con los países terceros y muy especialmente con Turquía, un país en el que viven 2,2 millones de refugiados sirios y puerta de entrada hacia Europa para todos aquellos que huyen de la guerra y la inestabilidad de África. En su reciente visita a Bruselas, Erdogan ya avanzó que solo pondrá su granito de arena si la UE acepta agilizar el proceso de adhesión, exime de visados a los ciudadanos turcos que quieran entrar en territorio comunitario y considera al PKK kurdo como una organización similar al Estado Islámico.

Desde entonces la CE se ha empleado a fondo para limar asperezas y el pasado miércoles decidió enviar a dos de sus comisarios, el responsable de política de vecindad, Johannes Hahn, y el vicepresidente Frans Timmermans, a negociar con Ankara. Su presidente, Jean-Claude Juncker, dio anoche cuenta de los resultados de esta negociación ante los líderes europeos.

VIGILANCIA DE FRONTERAS

Sobre la mesa un plan con varios elementos a cambio de que Turquía vigile mejor sus fronteras y retenga en su territorio a los refugiados: 3.000 millones en ayudas, la apertura de negociaciones de adhesión en cinco nuevos capítulos, la inclusión de Turquía en la lista de países seguros pese a los problemas con el pueblo kurdo y la aceleración de las negociaciones para liberalizar la política de visados que, según declaraciones ayer de Hahn, podría empezar a tratarse ya en 2016. «Necesitamos un plan más pronto que tarde pero no hay acuerdo ni entre los Estados miembros ni con Turquía», replicaban anoche fuentes diplomáticas cercanas a la canciller Merkel. Aunque otras fuentes diplomáticas consideraban anoche este acercamiento como «un paso positivo» no esperaban al cierre de esta edición grandes decisiones más allá de una señal de que las cosas avanzan en la buena dirección.

«Estamos lejos del final de la negociación. Con todos los elementos hay problemas políticos», añadían. Uno de los más claros y contundentes ayer fue el presidente francés, François Hollande. «Lo que no debería pasar es que con el pretexto de querer que Turquía nos ayude a retener refugiados que están en su país hubiera un movimiento de liberalización de visados de cualquier manera», advirtió.

Mucho más cauto pero igual de firme se pronunciaba el presidente de la UE, Donald Tusk. «Necesitamos garantías de Turquía de que su respuesta a nuestra oferta será tan concreta y sustancial como la nuestra», replicaba. Quizás por esas dudas el borrador que llegó ayer a la mesa de los dirigentes europeos solo recordaba a Ankara que «una implementación exitosa del plan contribuirá a acelerar el cumplimiento de la hoja de ruta de la liberalización de visados», señala el documento. La intención, no obstante, del Consejo Europeo era reformular el párrafo dedicado a Turquía dentro de las conclusiones para reconocer los avances. «Hay un número significativo de refugiados en Turquía y por supuesto que el Consejo y la Comisión van a responder en términos de asistencia y apertura de algunos capítulos de preadhesión», aseguraba el primer ministro irlandés, Enda Kenny. En la cena de trabajo, los líderes europeos también abordaron la situación política en Siria y Libia.

En el texto, acusan al dictador Bashar al Asad de ser el mayor responsable de los 250.000 muertos en Siria y los millones de desplazados, muestran preocupación por los ataques rusos a la oposición y reiteran su oferta de ayuda a Libia tan pronto como se forme el nuevo Gobierno de unidad nacional.