elecciones tensas

Brasil elige presidente con el candidato de extrema derecha como favorito

Jair Bolsonaro confía no solo en ganar los comicios de hoy sino en hacerlo con los suficientes votos como para evitar una segunda vuelta

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Abel Gilbert

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“Confío en ganar en la primera vuelta, si Dios lo quiere, lo liquidamos hoy”, ha dicho el capitán en la reserva Jair Messias Bolsonaro, al votar en la escuela municipal Rosa da Fonseca, en la zona oeste de Río de Janeiro. En un domingo de un sol intermitente, bajo la amenaza constante de un chaparrón, el candidato de la ultraderecha, favorito según las encuestas, ha sido recibido en el centro de voto al grito de “mito, mito”.

Según el último sondeo dado a canocer antes de que se abrieran las urnas en esta ciudad, elaborado por Ibope, Bolsonario obtendría en la votación de este domingo el 41% de los votos válidos, lo que lo colocaría en una posición inmejorable de cara a la segunda vuelta, prevista para el 28 de octubre, frente a Fernando Haddad, del Partido de los Trabajadores (PT).

El candidato favorito lídera el minúsculo Partido Social Liberal (PSL), cuenta con el apoyo de las iglesias evangélicas, del poderoso sector agropecuario  y de otras agrupaciones conservadoras. El excapitán está tan seguro que no habrá que abrir las urnas una vez más en dos semanas que ha dicho que ese domingo “estaré en la playa”. Días atrás, su tono fue menos jocoso y más amenazante al señalar que no aceptará ningún otro resultado que no sea su victoria definitiva este domingo.  El “efecto Bolsonaro”, entendido por algunos analistas como un inquietante deslizamiento de Brasil hacia la derecha más dura, alcanza incluso a su hijo Flavio, que obtendrá, según las encuenstas, un escaño en el Senado.

En vísperas de las elecciones, la Bolsa y el real, la moneda nacional, volvieron a subir. La comunidad empresarial se muestra más que satisfecha con la posibilidad de que el PT caiga derrotado derrotado. “Las élites que abrazan a Bolsonaro saben el riesgo”, recordó Tereza Crunivel, analista de 'Jornal do Brasil'.

Haddad ha votado en San Pablo y ha asegurado que habrá segunda vuelta, una nueva votación que, ha señalado, será beneficiosa para el país porque millones de brasileños tendrán 20 días para comparar los proyectos de los contendientes. El candiudato del PT es el sustituto en estos comicios de Luiz Inacio Lula da Silva, hoy en la cárcel por mandato judicial y en virtud de una condena en dos instancias por corrupción, en el marco de una causa en la que, insistió el ex mandatario, no se presentó ninguna prueba en su contra. Haddad ha afirmado que si Bolsonaro gana los comicios, lo felicitará.

Apoyo de los militares

El presidente interino Michel Temer, cuya impopularidad no tiene precedentes en la historia de los Gobiernos de Brasil (menos del 5%), ha expresado su deseo de que, una vez pasados los comicios, la sociedad deje atrás las profundas divisiones. “El poder es del pueblo, no será del Bolsonaro ni del Haddad”, ha dicho.

Una declaraciones que no casan con la imagen que proyecta. Temer había sido el vicepresidente de Dilma Rousseff y participó activamente de la conjura en su contra que terminó con la destitución de la jefa del Estado. Muchos lo ven como un mero títere de los militares, que de manera abierta impidieron que Lula se presentara a las elecciones y respaldaran a Bolsonaro. El general Sérgio Etchegoyen, actual ministro jefe de Gabinete, es considerado en realidad l verdadero “hombre fuerte” de este Gobierno de transición.

El apoyo castrense a Bolsonaro es evidente. El candidato de la ultraderecha ha defendido el golpe de Estado que, en 1964, dio inicio a una dictadura de 21 años. Los uniformados no son actores equidistantes. Y esa inclinación sin disimulos también provoca zozobras.  El general retirado Hamilton Mourao, candidato a vicepresidente de Bolsonaro, defiende la potestad de las Fuerzas Armadas de volver a intervenir en asuntos políticos.  

“Después de haber intentado la toma del poder mediante el golpe integral de 1938, y participado de todas las insurgencias golpistas (agosto de 1954, noviembre de 1955, agosto de 1961, 1964), esta es la primera vez que la extrema la derecha en Brasil se legitima a través del movimiento de masas y puede llegar al gobierno mediante el proceso electoral, punto de partida para la conquista del poder”, señala el politólogo y ex líder del Partido Socialista, Roberto Amaral. “Solo un extremismo nos amenaza: el del fascismo”.

Romario candidato

Se considera mejor futbolista que Leonel Messi y Diego Maradona. Fue ídolo del Barcelona y campeón mundial con su selección, en 1994. Romario quiere ahora aprovechar el enorme desprestigio del gobernador del estado de Río de Janeiro,  Luiz Fernando Pezão (rechazado por un 82% de la población) como si estuviera agazapado en el área rival a la espera del balón. Romario quiere ser el nuevo gobernador de Río de Janeiro. El candidato de Podemos, que nada tiene que ver en lo ideológico con la Podemos española, se encuentra a 10 puntos de ventaja del ex alcalde carioca, Eduardo Paes y en un empate técnico con el ex juez Wilson Witzel, en el segundo lugar. Romario confía sin embargo que el voto de los más pobres lo terminará llevando a un segundo turno y, en esa instancia, como en sus días de jugador, no habrá quien le gane.

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