RUPTURA EN EL PARTIDO CONSERVADOR DE EEUU

Boehner tira la toalla

El líder republicano en el Congreso dimite como presidente de la Cámara baja por la presión del ala más derechista del partido Sus adversarios le reprochan debilidad ante Obama

John Boehner.

John Boehner.

RICARDO MIR DE FRANCIA
WASHINGTON

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Para John Boehner, el jueves fue un día inolvidable. Tras cerca de dos décadas invitando sin éxito a los últimos tres Papas de Roma a hablar ante el Congreso, sus oraciones fueron finalmente escuchadas. Monaguillo durante su infancia, el presidente republicano de la Cámara de Representantes se crió con una foto del Papa y otra de Kennedy (el único presidente católico) en su habitación. Por las noches les rezaba con sus 11 hermanos, todos ellos apiñados en una casa de dos habitaciones en Reading (Ohio). Así que cuando Francisco se dirigió el jueves al Congreso, Boehner no pudo contener las lágrimas. Dicen que es un bon vivant de llanto fácil. Fue el éxtasis antes del adiós.

Al recibir a Bergoglio en su despacho antes del discurso, el Pontífice le dijo que el color verde de su corbata «es el color de la esperanza». Boehner estaba serio. «Vamos a necesitar mucha esperanza hoy», le respondió. Y no exageraba. Poco después de la alocución, cargada de implícita y contundente artillería contra las posiciones republicanas, el speaker se reunió con algunos de los miembros más puristas de su partido, un nido de conspiradores que lleva años haciéndole la vida imposible por no ser, creen, lo suficientemente firme con Barack Obama. Iba a ser la última oportunidad de firmar la paz. Y en lugar de rendirse al chantaje, Boehner prefirió dimitir.

El origen de esta última refriega ha vuelto a ser la financiación del Gobierno federal. El 1 de octubre el Estado se quedará sin fondos para operar con normalidad y los republicanos habían condicionado su apoyo para extender la financiación a que se deje sin dinero público a las clínicas de Planned Parenthood. Estas clínicas de planificación familiar han estado siempre en la diana de los conservadores porque realizan abortos. Pero la controversia ha crecido últimamente después de que se descubriera que venden tejidos de los fetos abortados a laboratorios de investigación.

Del sector centrista

Como ya sucedió en el 2013, cuando el Gobierno federal tuvo que cerrar durante más de dos semanas por la intransigencia republicana, esta vez el ala más derechista vuelve a estar dispuesta a repetir la maniobra. Pero Boehner, que pertenece al ala centrista de la formación, se niega a repetir una debacle que podría tener costes políticos a poco más de un año de las elecciones. Eso ha hecho que una treintena de sus correligionarios le hayan amenazado con someter su cargo a una moción de censura. Para superarla, Boehner necesitaría los votos demócratas y antes de sobrevivir con los votos del enemigo, lo que le dejaría en una posición muy débil, ha preferido dimitir. El 30 de octubre dejará el cargo, menos de cinco años después de asumirlo, y entregará su escaño de congresista. Ya no puede más. «Sabía que John estaba bajo mucha presión y también que esta cansado», dijo ayer John McCain, otro miembro del ala pragmática, tras conocerse la noticia.

Para los rebeldes que están empujando el partido hacia la extrema derecha, un viraje que comenzó bajo la presidencia de Ronald Reagan y se aceleró tras la irrupción del Tea Party en el 2010, es un victoria de calado. «Obama ha logrado circunvalar a este Congreso desde que Boehner es el speaker», declaró el congresista Tim Huelskamp, uno de los que impulsó su salida. «Necesitamos un speaker que se comporte como un líder conservador».