ATENTADO MÚLTIPLE EN PARÍS

El primer consuelo

CARLOS MÁRQUEZ DANIEL / PARÍS (enviado especial)

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El primer ministro Manuel Valls visitó ayer la Escuela Militar. Su intención, dar algo de consuelo a los familiares y amigos de las víctimas de los atentados del pasado viernes en París. El lugar, situado en el distrito 7, es un enorme complejo dependiente del Ministerio de Defensa en el que se imparte enseñanza militar superior. Aquí tiene su domicilio el jefe del Estado Mayor de la armada. El epicentro campestre de Francia, en resumen. Aquí ha quedado instalado el centro de atención psicológica. Sin duda, el mejor lugar en el que asegurar la intimidad y la privacidad del dolor de los cercanos a las víctimas. En las primeras 24 horas, se acercaron cerca de 400 personas (el servicio telefónico de emergencias recibió 4.600 llamadas). El recinto es absolutamente inexpugnable. Hasta el punto de que una foto lejana de un periodista le tiene retenido durante diez minutos. Toda prudencia es poca.

Si se cumple el guión de otras tragedias anteriores en las que la causa lleva adosada una intencionalidad, psicólogos, asistentes sociales y personal sanitario, además de la Cruz Roja y las autoridades que así lo deseen, se prestan para escuchar y hablar de lo que sea necesario. Sin forzar. También prestan su ayuda miembros de la Federacio Nacional de Víctimas de Atentados y Accidentes Colectivos (FENVAC), religiosos y abogados. Bebidas calientes y algo de comer. Un ambiente lo más sobrio posible. Están ahí, y quien lo desee, puede echar mano de ellos. Es de suponer que si se desplazan hasta la Escuela Militar es porque, efectivamente, buscan un hombro en el que verter toda la tristeza y rabia acumuladas durante estos tres días. Esta mañana, militares y familiares han detenido la actividad durante unos instantes y han salido al inmenso patio interior de la escuela, cercana a la Torre Eiffel, para recordar a los muertos. Bandera a media asta y silencio absoluto. 

"En mi cabeza no para re repetirse el sonido del kalashnikov; pam, pam, pam”, explica Jerôme a un canal francés apostado en la entrada. El sábado, todavía quedaba gente que se acercaba a este lugar sin noticias de los suyos. La Cruz Roja les recibía y les preguntaba a quién estaban buscando. Les requerían una descripción de la víctima, todos los datos posibles, incluidas fotos de las redes sociales, para poder terminar con una correcta identificación. Todos esos datos se cotejaban con los casi 40 hospitales de la capital y con el Instituto Médico Legal. Y a esperar.

De vuelta al guión, lo más probable es que dentro de unos días, en la estricta intimidad, se celebre un acto multitudinario con todos los familiares y amigos de los fallecidos el pasado viernes. Se pasará una página del duelo con el que todos ellos deberán aprender a vivir durante el resto de sus días.