DERECHOS HUMANOS EN ÁFRICA

«Algo le pasa al bebé»

La mujer sudanesa condenada por apostasía revela que la hija que tuvo en la cárcel sufre una discapacidad por las condiciones del parto

EL PERIÓDICO
BARCELONA

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Meriam Ibrahim aún no ha podido salir de Sudán. Lo intentó hace unos días junto a su familia, pero las autoridades se lo impidieron. Le libraron de la cárcel y de la condena a la horca por apostasía, pero no le dejan ir. Dijeron que sus papeles eran falsos. Ahora aguarda en una casa segura su destino, que a ella le gustaría que fuera en EEUU, con su marido Daniel Wani, que tiene la doble nacionalidad norteamericana y sursudanesa, y sus dos hijos. Sin embargo, no tiene fuerzas ni para sentirse esperanzada. Se siente exhausta, según ha explicado en una entrevista a la CNN.

«No puede decidir ni lo que debería hacer ahora. Quiero viajar y a la vez no quiero hacerlo. Pero ahora estoy en una situación forzada. Y cada día surge un problema nuevo sobre mi marcha», explica la muchacha de 27 años, convertida en objeto de atención internacional cuando se supo que Sudán la había condenado a muerte por, supuestamente, renunciar al islam y convertirse al cristianismo al casarse con un hombre cristiano. Ella argumentó que nunca fue musulmana, ya que su padre, que sí lo era, la abandonó de niña y creció criada por su madre, una etíope cristiana. En Sudán, donde rige la sharia desde 1983, la apostasía está condenada con la pena de muerte.

Ayuda para caminar

A esta batalla, en principio ganada y por tanto puesta en libertad el pasado 23 de junio, se le ha sumado otra también dramática. Cuando Meriam ingresó en la cárcel, estaba en estado de avanzado embarazo. Y el parto tuvo lugar ahí dentro, en una celda sin higiene alguna, y con las cadenas puestas. Las autoridades penitenciarias no se las quisieron quitar. «Di a luz encadenada por las piernas. No esposas, sino cadenas. No podía abrir las piernas, así que unas mujeres debieron levantarme de la mesa», ha contado por primera vez. Acabó dando a luz en el suelo.

Cuando se le pregunta si tuvo miedo de que algo le ocurriera a su hija al parir en esas condiciones, responde lacónicamente: «Algo le pasa al bebé». Meriam desvela que Maya, que es como se llama el bebé, ha nacido con un tipo de discapacidad física, pero cuyo alcance no se conocerá hasta que sea algo mayor. «No sé si en un futuro necesitará ayuda para caminar», apunta.

Encima, según cuenta Meriam, las otras internas no tuvieron compasión alguna. Fue insultada y hostigada constantemente. «Me entristeció mucho las cosas que me decían y la forma en que me trataban. Me insultaban y me maldecían. Incluso los funcionarios de la prisión se unían a ellas».

Tras ser detenida en el aeropuerto, estuvo dos días retenida con su familia en un calabozo. Ahora se halla bajo custodia de la embajada de EEUU. Pero su sufrimiento sigue. «La verdad es que me siento miserable. Dejé la prisión con ganas de educar a mis 2 hijos y tener una vida tranquila. Pero un día me veo en prisión de nuevo y al otro me encuentro con protestas en la calle en contra». Un drama sin fin.