«Algunas personas mayores conservan el acento 'gracienc'»

El intérprete del juez Gómez de Liaño en la película de Pablo Malo 'Lasa y Zabala', que en septiembre se proyectará en el Festival de Cine de San Sebastián, es un vecino más de Gràcia. Pep Tosar recaló en sus calles hace 21 años y allí se quedó. 

Sesiones de jazz Uno de los pocos sitios para elloEL ACTOR AGRADECE QUE SIN SALIR DE GRÀCIA DISFRUTA DE UNAS VELADAS TAN ESCASAS EN LA CIUDAD, EN CASA FUSTER (PASEO DE GRÀCIA, 132).

Sesiones de jazz Uno de los pocos sitios para elloEL ACTOR AGRADECE QUE SIN SALIR DE GRÀCIA DISFRUTA DE UNAS VELADAS TAN ESCASAS EN LA CIUDAD, EN CASA FUSTER (PASEO DE GRÀCIA, 132).

CARME ESCALES
BARCELONA

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Hacía muy poco tiempo que Pep Tosar (Artà, Mallorca, 1961) residía en Gràcia, en 1982, cuando una noche, caminaba con unos amigos por la calle de Bonavista y la música y las voces que surgían de un balcón les llevaron a acceder a una fiesta privada. Colarse sin ser invitados fue lo de menos. Lo que descubrieron allí dentro los dejó perplejos: cuadros, muebles, esculturas y libros antiguos, imágenes de iglesia... un museo en un gran piso que pasa totalmente desapercibido para los transeúntes.

Once años después, por efecto de aquellos círculos de relaciones que la vida se encarga de abrir y cerrar, en su Mallorca natal conoció al propietario de aquel curioso piso-museo oculto de Gràcia. Fue en casa del músico Joan Bibiloni, en Llucalcari (Deià). Grababan el disco que musicó los Poemes a Nai del escritor mallorquín Miquel Àngel Riera. «En la casa de al lado estaba Oleguer Armengol, Ole, nieto del escenógrafo, pintor y coleccionista Oleguer Junyent», a quien se debe todo el arte que guarda aquel piso de Gràcia. «Ole nos preparaba unos arroces que fumaban en pipa», recuerda Tosar. Es él, y su hija, Sabine, quienes se han encargado de preservar y dar a conocer, en visitas concertadas, el patrimonio artístico de Oleguer Junyent, que Tosar descubrió aquella noche.

Evasión mental

La amistad surgida entre el actor y Oleguer Armengol ha ido convirtiendo ese piso de Gràcia en un lugar al que Tosar acude con frecuencia. «Aquí el piano siempre está afinado y todo ese tiempo pasado y vivido que cuelga de sus paredes me trasporta mentalmente a otro lugar. Acompañado de piezas de arte, me concentro», explica Pep Tosar.

Es una de sus visitas habituales en el barrio en el que vive desde hace 21 años. En todos esos años, ha vivido los cambios de Gràcia «que el barrio ha hecho de manera contenida y más en positivo que en negativo», considera el vecino. «Yo, además, me continúo sintiendo absolutamente confortable en la misma casa», añade. Una casa que le ayuda a sentir esa atmósfera de proximidad, de pequeño pueblo, y en la que siempre ha podido contar con un gran regalo: sus entrañables vecinas. «Señoras de toda la vida en Gràcia, como Pepita, que murió hace poco, a los 90 años. Me han dejado recetas, historias del barrio y el recuerdo de un acento delicioso, una modalidad del catalán que se podría analizar y catalogar como gracienc, que todavía conservan algunas personas mayores de Gràcia», puntualiza el actor, que hasta el pasado mes de noviembre dirigió el Círcol Maldà, el espacio teatral ubicado en el Palau Maldà. Fue una historia teatral con identidad propia que, tras cinco años, quedó interrumpida por un contrato de alquiler que no fue renovado. «Me entristece que la aportación del Maldà al panorama global del teatro quede interrumpida por una cuestión inmobiliaria», lamenta Tosar. «A la Administración no le pedimos más dinero, sino un espacio donde reencontrarnos con el público que se había fidelizado a la sala. Creo que las instituciones deberían ayudarnos a atender a ese público», señala el actor. «Me gustaría que fuese una sala con menos limitaciones que el Maldà: romanticismo sí, pero en su justa medida».

El pasaje de los artistas

Pep Tosar, cuyo último trabajo ha sido la interpretación del juez Gómez de Liaño en la película de Pablo Malo Lasa y Zabala, que se proyectará en el festival de San Sebastián el próximo septiembre, busca ahora sala en Barcelona para representar su espectáculo Allò de què parlem roman inexplorat, una obra inspirada en el libro Els meus premis, de Thomas Bernhard. Paralelamente trabaja en «un texto a partir de L'Hort dels cirerers y La Gavina, de Chéjov, que llevará por título Qui bones obres farà» que produciré en el TNC a finales del próximo año.

Con los woks de verduras y hamburguesas del Sol i Lluna, los arroces de L'Envalira (Sol, 13) y los menús de La Ceba (La Perla, 10) desconecta de la redacción de sus textos teatrales, en la casa en la que una mañana, de repente, se hizo la luz. «Habían tirado las casas del conocido popularmente como passatge dels artistes», rememora Tosar. «En su lugar, hicieron la plaza que dedicaron a las Dones del 36. Pero creo que el carácter que ha adquirido el espacio no tiene absolutamente nada que ver ni con la guerra, ni con las mujeres que la sufrieron, por eso deduzco que debe de hacer referencia a las mujeres de la talla 36», ironiza el actor, uno de los vecinos que hace vida plena en Gràcia. «Para mi gusto, solo le falta jazz, bueno, es algo que le falta a esta ciudad».