SALTO PROFESIONAL

Màxim Huerta: "Sienta muy bien empezar de cero"

El periodista, que lanza su quinta novela, 'No me dejes', abandona la tele para dedicarse a la literatura

Màxim Huerta, en un hotel de Barcelona, esta semana.

Màxim Huerta, en un hotel de Barcelona, esta semana. / periodico

FERRAN IMEDIO / BARCELONA

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La portada No me dejes (Espasa) podría ser la de su autor, Màxim Huerta, al manillar de una Lambretta, sin casco, sonriente, excitado, y no la de una jovencita intrépida. “Así estoy yo, como ella, con el aire fresco en la cara”. Así está él, encantado con la decisión de haber dejado la tele, de haberse lanzado al vacío, de sentir un cosquilleo en la barriga casi a diario, de cambiar, de salir de la zona de confort, de buscarse nuevos retos. De dedicarse a escribir.

A sus 45 años, lo está disfrutando como si fuera con el gas a fondo. Y eso que podría sentir la presión del miedo. O del éxito, ya que su cuarta novela fue premiada. Y ahora presenta la quinta, No me dejes. “He disfrutado una barbaridad. En cambio, sufrí bastante con La noche soñada por la temática: el alzhéimer, un hijo que quiere matar a su padre… El Premio Primavera de Novela que gané con ella, en vez de generarme presión, me dio confianza . Y en el caso de No me dejes sabía lo que quería contar. Lo tenía claro”.

Y lo que quería contar era una historia de amor, de soledad, de secretos. Los que guardan el dueño de una floristería, tres inmigrantes españolas (dos que llevan más de 40 años en Francia y una que acaba de llegar a París). “Todos tenemos secretos. Todos tenemos una novela”. En este caso, con una floristería como epicentro: “En una floristería está toda la vida: nacimientos, bodas, cumpleaños, entierros…Me inquieta todo lo que encierra, la ambivalencia de la misma flor, que igual sirve para pedir perdón que para declarar un amor”.

UN PARÍS "MÁS DOLOROSO, MÁS REAL"

París es el otro escenario. No el de postal, sino otro “más doloroso, acaso más real”. “Un refugio donde todos tratan de huir de la soledad, el mal del siglo XXI”. Una ciudad de las luces que conoce bien (allí ha estado muchos fines de semana y muchas semanas de verano rematando la novela) y que acaba siendo oscura para los inmigrantes españoles actuales y de los años 60, de los que habla en No me dejes.

“Era gente que vivía en el extrarradio y que compartía baños comunes y vivía de limpiar casas. Y la inmigración actual también es forzada, pero además es que son jóvenes bien formados”. En todo caso, “gente que huye de dramas personales pero que acaban metiendo todos los problemas en la maleta”.

Él también ha optado por la soledad, “voluntaria, en este caso, que es sana, y siempre bien acompañado”. Y por hacer las maletas rumbo a un nuevo horizonte profesional. “Estoy liberado del miedo arriesgar. Sienta muy bien empezar de cero y tener otros miedos, diferentes, pero menos enraizados. A mi familia les sorprende que haya tardado tanto en cambiar porque soy de cambios. Ya lo hice al saltar del departamento de informativos de Tele 5 al programa de Ana Rosa Quintana”.

"QUERÍA SER HONESTO"

Tenía clara la novela y tenía clara la decisión de abandonar la televisión. “Quería ser honesto, y que no me sobrara una temporada como a los futbolistas. No quería que llegara el cansancio, el agotamiento. Lo olía y, como no soy tipo de rutinas, decidí irme. Ahora soy un hombre con la maleta y un ordenador. Quiero viajar y escribir”.

Y escribe mucho. La sexta novela, por ejemplo. Y colaboraciones para LecturasGlamourNational Geographic. “Nunca dejaré de ser periodista”, sonríe, contento de que le ofrezcan proyectos de televisión que antes eran impensables. No descarta volver a la tele si la oferta le emociona “como el primer día”. Es decir, que le haga sentir como al manillar de una Lambretta con el gas a fondo y el aire fresco en la cara.