MITIN CENTRAL EN BARCELONA
De vuelta a la izquierda
Los socialistas se habían propuesto para el gran mitin de su eurocampaña un auténtico ejercicio de funambulismo. Se atrevían a caminar en el alambre confiando la argumentación de que izquierda y derecha no son dos caras de una misma moneda a un socialdemócrata alemán que gobierna con Angela Merkel, al primer ministro socialista que acaba de pasar la tijera por Francia y al expresidente del Gobierno que no hizo ascos a una gran coalición PP-PSOE. Pero Martin Schulz, Manuel Valls y Felipe González salieron de este laberinto con un chute de adrenalina izquierdista combinado con toques de autocrítica por haber traicionado en los últimos años los principios de la socialdemocracia. El ruego de fondo: una nueva oportunidad.
Catalunya fue el lugar elegido para cumplir con un doble objetivo: expiar los pecados del pasado y exhibir unidad en un momento de pulsiones soberanistas. Porque fue Catalunya la que brindó una amplia victoria al PSC (y al PSOE) cinco años atrás, pero que ahora puede convertirse, según la demoscopia, en un agujero negro para los socialistas. A todo ese votante perdido se dirigió Schulz, el candidato socialista a la Comisión Europea, para que «vuelva a casa» y no se deje llevar por las muchas alternativas que han eclosiado por la izquierda.
Se dirigió sobre todo a los jóvenes, el segmento social que más ha dado la espalda a los socialistas (como demostró la media de edad de las 3.000 personas que abarrotaron el pabellón del Vall d'Hebron), a quienes se esmeró en cortejar situándoles en el epicentro de la política que quiere aplicar si preside la Comisión. En una intervención íntegramente en castellano, desgranó alguna medida -créditos a las pymes para facilitar el empleo juvenil-, puso el fraude fiscal en la diana y clamó contra la «especulación» de los mercados para marcar territorio cuando comienzan a soplar vientos de gran coalición.
SON REFORMAS / Valls, que regresaba a su ciudad natal, fue menos autocrítico porque llegaba con su plan de austeridad bajo el brazo. Defendió que en Francia no se ha recortado, sino «reformado», y que la diferencia entre la tijera progresista y la conservadora es que la primera protege el núcleo del Estado del bienestar para evitar el sufrimiento de los ciudadanos. El exabrupto machista del candidato del PP, Miguel Arias Cañete, para reforzar el mensaje de que unos y otros no tienen ni punto de comparación.
De la consulta catalana apenas se habló. Schulz, que la rechazó de plano días atrás, no hizo mención al debate soberanista. Valls apeló a «no crear nuevas fracturas» para no resentir el peso de Europa. Y Felipe González, que volvió a llevarse las mejores ovaciones, auguró que el diálogo se abrirá paso, aunque, eso sí, con «sufrimiento».
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