España se monta una fiesta ante una ingenua Turquía

La selección, guiada de nuevo por un extraordinario Iniesta, se asegura el pase a octavos gracias a los goles de Morata (2) y Nolito

Morata, Alba, Iniesta, Silva y Ramos celebran uno de los goles de España ante Turquía

Morata, Alba, Iniesta, Silva y Ramos celebran uno de los goles de España ante Turquía / AP / MANU FERNÁNDEZ

MARCOS LÓPEZ / NIZA (enviado especial)

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España jugó bien. Volvió a jugar bien. Más que bien, y comienza a dejar de ser noticia que el campeón de Europa se haya reencontrado con su esencia. Si miran a Turquía dirán, y con razón, que es una selección ingenua, caóticamente desordenada y con su alma, el azulgrana Arda Turan, vagando por el césped. Es verdad. Pero España tiene tal capacidad para desactivar a cualquier rival que lo hace hasta peor de lo que realmente es, pasándoselo tan bien que se montó una fiesta en Niza. Morata, con dos goles, y Nolito firmaron el triunfo. Pero el mago Iniesta volvió a dirigir a España, como si estuviera jugando con Valeria Paolo Andrea, sus dos hijos.

Cuando la selección de Fatih Terim se quiso dar cuenta, ya iba perdiendo 2-0. Creyó el seleccionador que colocar a Ozan Tufan como policía de Iniesta, al que pretendió intimidar, ya tenía bastante. No se dieron cuenta de que el capitán del Barcelona estaba hipnotizando a sus ya de por sí débiles jugadores turcos. Entonces, emergió Silva, después Piqué, tan valioso en su área (ni se acercaron a la casa de De Gea) como en el domicilio turco, y todos sostenidos por un inmenso Busquets.

CONTROL Y FANTASÍA

Donde no llegaba el toque de los pequeños, aparecía el gigante de la sala de máquinas. O sea, Busi. Pilar único de una España que volvió a divertirse en un partido más plácido que en el debut. De pronto, la noche en Niza se transformó en una fiesta donde el control de Silva mezclado con la fantasía de Iniesta, aunque el 3-0 llegara en acción antirreglamentaria porque Jordi Alba estaba en fuera de juego, provocó liquidar el partido.

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Al primer toque, y con la pausa necesaria para derretir a unos cándidos turcos, España se adueñó de la pelota. Tocó pero para romper a la defensa ya que Iniesta parece jugar a cámara lenta. Pero cuando acelera, ni las máquinas son capaces de descifrar su juego. La selección tuvo la humildad necesaria para entender que solo desde el control del balón podía gobernar esa calurosa noche en la Costa Azul francesa.

¿Turquía? Ni se presentó. ¿Arda? Mejor, no preguntar. Igual no puede volver a su país después de la desastrosa Eurocopa que está haciendo el azulgrana. Cada vez que tocaba el balón recibía una bronca monumental de su afición. Los suyos no le dejaron vivir tranquilo. Hasta se revolvió Arda contra su gente, mientras los aficionados españoles coreaban su nombre. Entonces, él se giró y aplaudió a los de 'la Roja'.

LOS ERRORES DE MEHMET TOPAL

Al inicio, pausa. Luego, vértigo. Y, al final, remate. Así, de una manera aparentemente sencilla, España tramó su goleada sobre los turcos que parecían lo que eran. Una banda. Con todo el respeto, pero una banda. En los dos primeros goles de la selección de Del Bosque apareció Mehmet Topal. En el 1-0 intentando detener con la mano un maravilloso centro de Nolito, pero ni así llegó el central turco. A tan delicado centro correspondía un no menos maravilloso cabezazo de Morata para demostrar que los 9 de España también marcan.

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No contento con aparecer en la primera acción defensiva Mehmet contribuyó, tal si fuera una asistencia, a regalarle el balón Nolito que pasaba por allí. ¿O no? No pasaba por allí, estaba donde tenía que estar, como ese chico listo, nacido en la calle, que huele donde va a caer el balón, para liquidar a Turquía en tres minutos. Tres minutos, dos goles.

España no estaba para perder el tiempo. Y nada más iniciarse la segunda mitad, con una prodigiosa asistencia de Iniesta, emborronada, eso sí, porque Jordi Alba estaba en fuera de juego fueron el prólogo al 3-0 de Morata. Luego, la tormenta sobre Arda contaminó el partido, mientras la afición española terminó coreando el nombre de Piqué, al tiempo que Del Bosque, que volvió a agotar los cambios, empleó el doble pivote con la entrada de Bruno asociándose a Busquets.

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