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Heura Marçal: «Me gusta más ser exploradora que guerrera»

A punto de cumplirse 20 años de la muerte de Maria-Mercè Marçal, la única hija de la poeta habla del vínculo materno

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zentauroepp41865155 barcelona 31 01 2018 contra heura mar al la filla de la 180209165610 / CARLOS MONTAÑÉS

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Gemma Tramullas
Gemma Tramullas

Periodista

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De todos los vínculos entre mujeres, el de una madre sola y una hija única es de los más potentes y, si resulta que la madre tiene una personalidad intensa y fallece prematuramente, entonces encontrarse a una misma es toda una aventura. Heura Marçal (Barcelona, 1980) es la hija de la gran poeta catalana Maria-Mercè Marçal, que falleció el 5 de julio de 1998. Casi 20 años después, sus versos siguen estampándose en los muros de la ciudad: A l’atzar agraeixo tres dons: haver nascut dona, / de classe baixa i nació oprimida. / I el tèrbol atzur de ser tres voltes rebel.

–¿Tiene grabada alguna imagen especial con su madre? Tantas… Un momento muy bonito era el trayecto diario que hacíamos en un 4-L azul desde casa hasta la escuela Orlandai [en la foto]. Hablábamos, cantábamos y allí aprendí a pronunciar la letra ll. También nos veo regando las plantas y escribiéndonos cartas que dejábamos en un buzón de cartón. 

–En su primera foto de recién nacida está en brazos de su madre y rodeada de mujeres. Crecí en un contexto feminista y matriarcal. Mi madre quiso tenerme en casa, rodeada de todas las personas que para ella eran importantes. Es muy representativo de su manera de ser. Le gustaba mucho compartir su vida privada con la gente que la rodeaba. 

–También la exponía en su poesía. ¿Eso la incomodaba? No. Por un lado, después de su muerte el hecho de tener su obra en la que expresaba sus vivencias me ha servido para seguir manteniendo un diálogo con ella. Y mientras vivió, el hecho de que fuera tan público me ahorró tener que dar explicaciones.

–Comparten cierto parecido físico. ¿También el carácter? Somos distintas. Ella era muy guerrera y siempre que había una puerta cerrada quería abrirla. Yo me identificaba mucho con ella y también fui guerrera, pero ahora prefiero solo luchar por las cosas y no contra las cosas. Es una diferencia sutil… Me gusta más ser exploradora que guerrera.

–Llamarse Heura [hiedra en catalán] la hacía especial desde el principio. Especiales somos todos. Ella me contó que me puso Heura porque al quedarse embarazada sintió como si una hiedra creciera en su vientre. La hiedra es una planta fuerte, que tiene estrategias para buscar la luz como sea. Es un símbolo muy rico... quizá me influyó a la hora de estudiar biología y especializarme en genética vegetal.

–Creía que era filóloga, por el contacto con la lengua que tuvo desde niña. Me di cuenta de que trabajar en un laboratorio no era lo mío, acabé filología francesa y soy correctora y traductora. La lengua también me llegó a través de  mi abuela, que me contagió la afición al teatro. Durante una época tuve pánico escénico, supongo que a raíz de la inseguridad por la muerte de mi madre, pero lo superé y estoy en una compañía de aficionados.

–En el 2007, Fina Birulés y usted crearon la Fundació Maria-Mercè-Marçal. Sentimos la responsabilidad de continuar su trabajo. Queríamos arrancar la fundación y después delegar en las personas expertas en su obra, pero al final todo retorna siempre hacia nosotras.

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–Su madre fue una pionera. Fue muy pionera en ser madre sola y en la reivindicación del amor lésbico. Que una escritora tan importante declarara el amor lésbico en sus poemas no había pasado nunca en la literatura catalana. 

–Usted también ha tocado el tema. Con unas amigas coordinamos I visqueren felices, una selección de cuentos escritos por mujeres con personajes lésbicos y final feliz. Queríamos cambiar el imaginario de las relaciones lésbicas, que en el cine y las novelas siempre son muy torturadas.