ULABOX

El supermercado virtual

Gomà, en las oficinas de Ulabox de Barcelona.

Gomà, en las oficinas de Ulabox de Barcelona.

MAX
JIMÉNEZ BOTÍAS

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Ulabox ha renunciado explicítamente a un modelo de distribución que «no pone al cliente en el centro de la ecuación», según explica el consejero delegado de la firma, Jaume Gomà. El súper tradicional es el resultado de montar un espacio físico, al que se espera que el cliente vaya y compre, mientras que la empresa se limita a montar una operación que sea eficiente en términos económicos. «Eso lo cambia internet. El objetivo es satisfacer al usuario. Y gracias a la eficiencia de la tecnología, hacemos que esa operación acabe siendo eficiente», afirma Gomà. No hace falta que el cliente se desplace, que pierda el tiempo, que haga colas en la caja, que pague por la bolsa, ni que se lo tenga que llevar a casa. «Todo eso lo hacemos nosotros y el cliente utiliza su tiempo de una forma que le aporte más valor que hacer la compra».

Gomà insiste: «No somos una empresa de supermercados, somos una empresa de tecnología, de software que hace retail [venta minorista]». En síntesis, esa es la filosofía de este negocio y los hechos intentan ajustarse a esa filosofía. Ulabox es un supermercado virtual que permite hacer la compra por internet y recibirla en casa sin coste adicional, a partir de 59 euros. No es un supermercado al uso. De hecho, duplica las referencias que puede tener un súper de barrio: 12.000 frente a unas 6.000. Y todavía no ha incorporado pescado y congelados a su catálogo. Eso forma parte de un estadio posterior. El ideario es «abrir nuevas etapas a medida que la anterior se ha consolidado», dice Gomà. Ulabox vende y reparte en toda España, aunque, de momento, solo en Barcelona y el área metropolitana distribuye productos frescos desde el almacén logístico que tiene en la Zona Franca.

Atiende ya a 2.000 clientes semanales y su facturación se acerca a los 4 millones de euros. El proyecto, impulsado por Gomà y otros dos socios -Sergi de Pablos y David Baratech-, nació como una start-up, que ha pasado por varias rondas de financiación. En la última, se incorporó Miquel Alimentació, como accionista, y espera el punto de equilibrio en el 2017. «Lo podríamos alcanzar antes, si nuestro objetivo no fuera satisfacer al cliente», insiste Gomà.