PERFIL

Fainé, el banquero del chup chup

El presidente de CaixaBank, Isidre Fainé.

El presidente de CaixaBank, Isidre Fainé. / periodico

JOSEP-MARIA URETA

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"Hace 12 años que lo estábamos cocinando". Lo dijo Isidre Fainé en enero del 2011 para justificar que La Caixa se dividía en dos, la Obra Social  y el banco, CaixaBank. En el descuento de años, significa que ya en 1999, cuando se determinó el tipo de cambio fijo del euro frente a las 11 monedas que se iban a integrar en el nueva divisa, en la cúpula de La Caixa ya se había diseñado un plan para aprovechar esta facilidad de disponer de moneda en papel en los más de 10.000 cajeros de la entidad, la mayor red de España y, por comparación de densidad, de Europa.

Si Fainé (Manresa, 1942) tiene un rasgo principal es la capacidad de anticipación. En sentido doble: cuando la legislación de los órganos de gobierno de las entidades financieras parecía que le alcanzaba, en el 2011, buscó prórrogas para seguir presidiendo, excepcionalmente, La Caixa de siempre, el banco nuevo cotizado, CaixaBank, y su Obra Social, l'ànima de la Caixa,  que no es solo publicidad, su millonaria dotación es real y llega a los destinatarios.

Fainé es el único superviviente de una delantera irrepetible de los 90, como se recitaba en el fútbol a finales del siglo pasado: Vilarasau, Fainé, Brufau, Samaranch y Fornesa. Su mérito para seguir en el cargo hay que buscarlo en su capacidad para seguir un principio de actuación simple y que describía como "yo estoy solamente en el chup chup", en la primavera del 1989, cuando se negociaba la integración de La Caixa y la Caixa de Barcelona. Fue Fainé, el hombre en la sombra, quien negoció con los representantes de la Caixa de Barcelona, Jordi González-Calvete y Antoni Millet (sobrino de Millet Bel, predecesor de Samaranch en la presidencia de La Caixa), quién cocinó el acuerdo, sin apenas trascendencia pública.

El método chup chup alude al eslógan creado en 1978 por Arturo San Agustín para Avecrem, homenaje al hervor del caldo cocinado lentamente. Lo ha seguido Fainé, desde sus inicios difíciles en su juventud. Nacido en la capital del Bages, de padres iletrados ("yo les enseñé a leer" cuenta Fainé en múltiples entrevistas con gente afín), hizo sus estudios primarios compaginando las aulas y pequeños oficios como reparar bicicletas o bobinar motores. Esta experiencia de dificultades familiares y de superación es una constante en las escasas intervenciones en los medios de comunicación de Fainé, donde siempre comparece con una imagen severa de traje gris o azul y corbata de marca sobria fijada a la camisa con un pasador. De no saberse quién es, podría pasar por un ejecutivo de la City de Londres o un buen director de planta de El Corte Inglés.

Hombre metódico y perseverante, su perfil es de jugar al ajedrez, no a los chinos. Gasta voz semirronca, que igual sirve para seducir a un cliente como para echar una bronca si algo no se ha hecho como indicó. Otra faceta que no oculta es su religiosidad según los principios de la Prelatura Opus Dei. Casado con Montse Garriga tiene ocho hijos, cuatro varones y cuatro mujeres.    

En la carrera de directivo bancario se inició en Paraguay en 1969, y luego regresó a España cuatro años después para iniciar la carrera meritoria bancaria que pasa por los bancos Riva y García , Jover y  Bankunión. Fainé tenía ya por entonces, a finales de los 80, suficiente fama de buen gestor de banca comercial como para captar la atención de Josep Vilarasau, regresado de Madrid a Barcelona en 1976 tras una exitosa carrera de funcionario en Hacienda, Telefónica y Campsa (hoy Repsol) y dispuesto a recuperar La Caixa. Así llegó Fainé a La Caixa, precedido de esa buena fama de gestor de banca minorista, el chup chup de los clientes fijos de depósitos y créditos de consumo fáciles de rentabilizar.

Fainé fue el mejor intérprete de esa estrategia. Le avalaba su tesis doctoral, dirigida por Jaume Gil Aluja y con fuerte influencia de Robert TornabellRedes estratégicas colectivas era el título del ensayo académico de 1986 y 30 años después se ha revelado como un gran anticipo y por partida doble. Fue Fainé quien tejió, con la complicidad de Vilarasau, la gran red de oficinas, dotada de todos los avances tecnológicos, que hoy se llama CaixaBank. Por el camino de esa proeza  quedan disimuladas, también, unas cuantas operaciones de captación de activos (fue responsable toda la delantera prodigiosa citada más arriba) como las primas únicas y las preferentes.

De cómo Fainé alcanzó la cúpula de La Caixa corresponde al modelo de estrategia digno de los estudiosos de la teoría de juegos descrita por Von Neumann a mediados del siglo pasado. Pero de cómo previó su sucesión y permanencia a la vez, hay que remitirse a un personaje desconocido –a Fainé le fascina el misterio como fuente de poder- como es Jorge Lucaya, titular de la consultora de inversiones AZ, que diseñó en el 2014 el sutil modelo de organización vertical de dominio de todo el grupo desde la cúpula de la fundación bancaria La Caixa. O sea, de Fainé, elija el cargo que elija. ¿Desde cuándo tenía decidido que Jordi Gual le relevaría en la presidencia de CaixaBank? El chup chup, seguro, tiene meses o quizá años, no es de las últimas semanas. Ya dice el refrán que de buen caldo, buenas sopas. La última, servida este jueves.