Largo plazo

El avispero de los mercados

OLGA Grau

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¿Corre España riesgo de ser intervenida como Irlanda? La prensa anglosajona como el Financial Times o The New York Times se desayunó cada día de la semana pasada con informaciones tremendas que sitúan a la economía española como la siguiente en caer, después de Grecia e Irlanda. El pánico que arrastró al Tigre Celta se desató cuando Alemania lanzó la idea de que el coste de rescatar un país no debería recaer solamente en el fondo europeo de rescate, dotado actualmente con 700.000 millones de euros.

Los alemanes, que son los grandes paganos de la Unión Europea, son la economía que más ha resistido la crisis y están hartos de tener que pagar las facturas de la UE. Este año crecerá cerca de un 4%, gracias a las exportaciones de industrias de base tecnológica como Volkswagen y Siemens. La cancillera, Angela Merkel, cree que los inversores que compran deuda de los países y especulan deberían también colaborar en el rescate. Esta idea, que Merkel dejó caer con la boca pequeña, es una opinión que corre por Alemania y amenaza en convertirse en clamor, desató el pánico. Los inversores, que no son amantes de asumir riesgo ninguno cuando escuchan la palabra rescate, empezaron a vender la deuda irlandesa, después la portuguesa y, a continuación, la española.

Somos uno de los llamados países periféricos: no somos Gran Bretaña, ni Alemania, ni Francia. La economía española no está en situación de ser intervenida, no tiene nada que ver con la irlandesa o la griega. Primero, porque el déficit del Estado (9,3% este año y previsión del 6% para el 2011) no alcanza el 32% del PIB, como en la isla celta. Además, los bancos y las cajas están en proceso de reestructuración ordenada desde hace un año, con sus problemas, pero sin pausa. Y después porque en el Ibex-35, que es el índice que englo-ba a las 35 mayores empresas españolas por capitalización, nos encontramos con líderes mundiales como Telefónica, Santander, Inditex, BBVA, La Caixa, ACS, Abertis, Gas Natural y Repsol, entre muchas otras.

Es decir, detrás de la inoperancia de un Gobierno lento en realizar las reformas necesarias hay una masa de empresas fuertes que están realizando obras en EEUU, comprando bancos en Reino Unido y Turquía y abriendo tiendas en Asia. La economía española tiene que digerir el empacho del ladrillo y la miseria que le acarrea pagar cada mes 3.000 millones de euros en prestaciones a los cuatro millones de parados. Y ese es el punto débil del Estado. Por eso es necesario más que nunca que el Gobierno de Zapatero entienda que, además de reunirse con los empresarios, debe buscar la fórmula de pactar con la oposición y avanzar en el calendario de reformas a gran velocidad porque el tiempo es oro.