EMPRESA EN APUROS

El agujero de Panrico

Individual 8Reparto de Donuts en una acción de protesta en el 2012.

Individual 8Reparto de Donuts en una acción de protesta en el 2012.

JOSEP M. BERENGUERAS
BARCELONA

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Si los Donuts son famosos por su agujero central, Panrico tiene otro agujero del que preocuparse: el de sus cuentas. El grupo no levanta cabeza desde que comenzó la crisis (ha perdido 700 millones de euros en los últimos cinco años, según fuentes del mercado) y los problemas de liquidez la ha llevado a «aplazar» (según la empresa) el pago de la nómina de septiembre a sus 4.050 trabajadores para poder «cumplir los compromisos adquiridos» con los proveedores y «mantener de esta forma el funcionamiento normal de la compañía», según la nota enviada a sus empleados. La firma declinó ayer realizar declaraciones.

Los sindicatos han puesto el grito en el cielo porque la compañía no se ha reunido con ellos. Los representantes de CCOO y UGT, además de rechazar la medida, han solicitado por carta una reunión «urgente» con la dirección de la empresa, donde pedirán «explicaciones» y medidas alternativas para no dañar las economías domésticas de los empleados.

El declive de la firma ya comenzó antes del inicio de la crisis económica. La multinacional propietaria de marcas como Donuts, Donettes y Bollycao fue creada en 1962 por la familia Costafreda, vivió su mejor etapa a finales de los 90 y comenzó el nuevo siglo aún con ganancias. En el 2005, la firma de capital riesgo Apax Partners compró la compañía por 900 millones, y al año siguiente, vendió las fábricas que tenía en Grecia y China para centrar la producción en la península Ibérica en una cara reestructuración que se sumaba a la deuda de la firma. Trató de diversificar el negocio (compró a Kraft Foods las galletas Artiach, sumando más créditos), y en el 2009 invirtió 35 millones en envasar individualmente los Donuts. Resultado: estrepitosa caída de las ventas y obligada marcha atrás.

Acosada por la deuda, en el 2011 el fondo Oaktree (especialista en reestructuraciones) logró el control del 80% de la firma. El cambio de hábitos del consumidor, la presión de las marcas blancas (hasta el 70% más baratas) y los elevados costes de distribuir diariamente el producto han perjudicado las cuentas de la empresa.

Para reflotarla, su exconsejero delegado, Juan Casaponsa, elaboró un plan de viabilidad que presentó a Oaktree el miércoles pasado. Al día siguiente, el fondo nombró consejero delegado a Carlos Gila en sustitución de Casaponsa. Gila trabaja ya en un nuevo plan que, entre otras cuestiones, buscará alargar la vida de los productos para distribuir cada tres días. Los sindicatos temen que también se pidan «grandes sacrificios» a la plantilla como despidos y rebajas salariales.