La ronda ciclista francesa

Nairo ataca, pero tarde

Quintana suelta a Froome, seguido por Contador, subiendo a La Toussuire.

Quintana suelta a Froome, seguido por Contador, subiendo a La Toussuire.

SERGI
LÓPEZ-EGEZ

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Hubo un instante clave, un momento que pudo cambiar la historia del Tour del 2015. Sucedió durante la ascensión a La Croix de Fer. Hacía muy poco que Alejandro Valverde había atacado, solo, pendiente más del pinganillo que de abrir hueco, quedándose sin voz de hablar con el coche del Movistar. ¿Qué hacía? O seguía o se dejaba coger, como ocurrió. Y luego, cuando estratégicamente habría sido perfecto que el ciclista murciano hubiese respondido a Vincenzo Nibali, se quedó encerrado y su equipo dejó escapar una oportunidad de oro para hacer historia en los Alpes.

Valverde, que el jueves, en el Glandon, subía con problemas estomacales, porque no le había sentado bien la cena de la velada, debía estar pendiente de dos ciclistas; de Alberto Contador y de Nibali; ambos, sin proponérselo, se podían convertir en los grandes aliados del Movistar. Con ataques lejanos, con el ciclista murciano en fuga y encima acompañado de una figura como Contador o Nibali, Chris Froome, el líder, no iba a consentir la situación. El jersey amarillo, que ya se quedó aislado y sin equipo durante la ascensión del primer puerto del día (Chaussy), tendría que pasar a la acción, desgastarse a muchos kilómetros de la meta, actuar en la lejanía. Y entonces sería cuando Nairo Quintana tendría que haber pasado a la acción; mucho antes del ataque que ayer efectuó a cinco kilómetros de la meta. Tarde.

«Cuando atacó Nibali, Valverde se encontraba encerrado en el grupo y no pudo responder». Así lo justificó Eusebio Unzué, mánager del Movistar, que seguía la etapa en el primer coche del conjunto español, al lado de José Luis Arrieta, el director.

Nibali se fue. Nibali puso la potencia, los vatios tan de moda que le faltaron a un Contador que corre más con el corazón que con las piernas. Y se fue solo. Y en solitario apretó a todos. Atenazó a un Movistar demasiado conservador, un Movistar que hoy, en la que siempre se ha considerado como la etapa más complicada de los Alpes, de nuevo La Croix de Fer y después Alpe d'Huez, tal vez no tenga espacio suficiente para recuperar los 2.38 minutos con los que Froome aventaja a Quintana. Es un día corto, de apenas 110 kilómetros, pero con un peligro inminente, sobre todo en las 21 curvas más famosas del ciclismo. Allí hay que atacar desde abajo, desde el primer viraje, como hizo Carlos Sastre en el 2008 para ganar en París.

ACCIÓN DISCUTIBLE / Pudo ser discutible la acción del ataque de Nibali, que aprovechó una avería en la bici de Froome. Al jersey amarillo se le había incrustado un trozo de tierra y tuvo que parar para sacarlo. Recordó a la acción de Contador, ante Andy Schleck, en Balès, en el 2010, cuando el madrileño demarró tras observar un fallo en la bici del luxemburgués. A Froome no le gustó lo que hizo el Tiburón. «No fue deportivo y se lo he dicho en el podio».

«Creía que podía sacar mejor diferencia. Pero Froome se defendió muy bien. Volveré a probarlo en Alpe d'Huez». Quintana, al igual que sucedió hace dos años, cuando llegó a París en segunda posición, acaba el Tour como el ciclista más fuerte de la general. Ayer realizó el segundo ataque de los favoritos que se recuerda en este Tour; el primero lo hizo Froome en La Pierre de Saint Martin. Fue un demarraje seco al que no pudo responder Froome con la intensidad que le habría gustado. Pero el británico, lejos de hundirse, se agarró al coraje para ceder medio minuto y salvar la peor situación con la que se ha encontrado; solo y sin equipo. El Sky está muy cansado. «Ahora habrá que atacar desde más lejos», dijo Nairo. A ver qué pasa.