Cuestión de carácter

Simeone, siempre cerca de un balón, en un entrenamiento del equipo rojiblanco en Majadahonda.

Simeone, siempre cerca de un balón, en un entrenamiento del equipo rojiblanco en Majadahonda.

CARLOS F. MARCOTE / MADRID

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La imagen de Diego Pablo Simeone desde el banquillo gritando y haciendo correcciones por encima del entrenador, Gregorio Manzano, llegó a hacerse habitual en la temporada 2003-04. El argentino, en su segunda etapa como jugador rojiblanco, no podía contenerse a las espaldas del técnico jienense e intentaba que sus compañeros en el campo hicieran las cosas como debían para sacar los partidos adelante. A Manzano no le sentaba nada bien, pero aguantaba y el Cholo desoía una y otra vez las recomendaciones de sus acompañantes en el banco de los suplentes y sustituidos.

«Es que me sale, no puedo evitarlo. Me sale solo y no logro contenerme», les contestaba Diego en el mismo banquillo y después en el vestuario, según rememora Antonio Sanz,  director de comunicación de Bahía Internacional y entonces jefe de prensa del Atlético después de haber cubierto durante años a diario la información del club rojiblanco para el deportivo Marca. El periodista y los futbolistas que le rodeaban tenían ya entonces tan claro como Manzano que ahí había madera de entrenador. Vivía los partidos como tal, aunque ni unos ni otros imaginaban que ocho temporadas después relevaría al propio técnico andaluz un 23 de diciembre del 2011 para devolver al equipo colchonero un brillo que no alcanzaba desde el doblete de 1996 de la mano de Radomir Antic, con quien Simeone alcanzó su plenitud como jugador y comenzó a dar muestras de esa capacidad de liderazgo que luego le ha venido tan bien para hacer un traje a medida al Atlético temporada tras temporada.

Pasión por el fútbol

Toni Muñoz, el hoy director deportivo del Getafe y en aquellos años gloriosos lateral izquierdo y compañero de habitación del Cholo, confiesa que no ha visto una cosa igual en su vida.  «En su carácter y actitud se le veía que había nacido por y para el fútbol. Lo vivía con una pasión tremenda y eso le ha servido de forma extraordinaria para su carrera como entrenador. También a mí, pero no había forma de que me dejara dormir la siesta, el muy cabrón», dice el exjugador rojiblanco, probablemente el mejor amigo que conserva Simeone de aquella época, junto con Solozábal y Kiko, con quienes se reúne con frecuencia en Madrid para seguir hablando… de fútbol.

«Las 24 horas con Cholo es hablar de fútbol. No vive para otra cosa. Se fijaba y se fija en todo y todo lo repasa una y otra vez. Era y es intensidad, ganas y concentración. Nunca dejará de exigir a sus jugadores, como demuestra en cada partido», insiste Toni, que se niega a valorar la pose de su excompañero a la hora de no salirse del guion marcado, del partido a partido, cómodo en el papel de segundón que prefiere interpretar, como volvió a quedar claro en sus palabras tras el empate a cero con el Sevilla de la pasada jornada de Liga: «El resultado es bueno, es un rival directo por el tercer puesto».

Paralelismo

Tampoco entra Muñoz a hacer comparaciones entre el Atlético del doblete y este. «No puede establecerse un paralelismo. Si acaso se hará por los títulos que uno y otro equipo hayan conseguido. Son grupos diferentes. Aquel era muy bueno y este también lo es, pero distinto. Este es su reflejo y él es un jugador más», se limita a decir el director deportivo del Getafe, que ocupó ese mismo cargo en el Atlético del 2003 al 2006 y repescó a Simeone para una segunda etapa como jugador colchonero.

Radomir Antic no tiene ningún problema en hacer ese tipo de examen, y lo hace en un tono ciertamente crítico. «Son cosas distintas, entre otras cosas porque el fútbol actual está sometido a un calendario con mucha exigencia. Las famosas rotaciones son necesarias. En mi época, había diez jugadores que jugaban prácticamente siempre. Ahora no puede ser así. Luego pasa lo que pasa. No voy a olvidar que en la final de Lisboa jugaban andando. El Atlético está dando mucha importancia a la preparación física, pero eso conlleva carencias en otros aspectos del juego que resultan evidentes. Mi Atlético nunca fue inferior a nadie. Ahora, cuando tienen que salir a dominar ante equipos inferiores tienen evidentes problemas de construcción», argumenta antes de lo del Celta en la Copa el técnico serbio, a quien le escuece que se presenten pasos atrás como el del Sevilla como un progreso adecuado hacia el objetivo perseguido: «Habló el Cholo de un partido casi perfecto al que solo le faltaron los goles. ¿Qué partido puede ser perfecto sin goles? Luego salen Gabi y Godín y reiteran que el objetivo es ser terceros. Para mí fue una gran derrota, pero el estadio está asumiendo esa filosofía y esa forma de jugar y yo no veo ninguna justificación para que suceda así».

Llegar a la gente

Radomir, que niega que Simeone fuera en aquel equipo más líder que Solozábal, Santi, Kiko, Penev o Molina, sí admite que su carácter le iba muy bien al grupo, lo mismo que su manera de conectar con los aficionados, factores también muy relevantes ahora en su faceta como técnico. «Como buen argentino, sabe vivir bajo presión y también tiene la gran virtud de saber jugar fuera del campo, en las ruedas de prensa, a través de continuos mensajes como el de partido a partido o el de intentar molestar a los grandes, mensajes que llegan a la gente. Consigue que nadie le discuta… Hay gente que no entiende mi postura, pero soy parte de la historia de los clubs en los que he entrenado. Soy siempre entrenador y me gustan ciertos contenidos en un equipo de fútbol», afirma el técnico serbio, cuya relación con el actual entrenador  del Atlético no ha sufrido deshielo alguno desde la tensión que acabó provocando la salida del argentino en el verano de 1997 en dirección al Inter. Casi 20 años después, prefiere incluso no juzgarle como persona: «No quiero entrar en eso. Como todos los hombres, tiene sus virtudes y sus defectos, y también el derecho a elegir su camino».

Con José Luis Pérez Caminero, actual director deportivo del club madrileño, las cosas tampoco fueron fáciles en aquella época a raíz de los rumores sobre una supuesta infidelidad de la pareja del Cholo, un bulo desatado por el periodista José Oneto e instigado presuntamente desde las alturas de la propia entidad. «Camineeerooo, te fifaste a la mujer de tu compañerooo…», le cantaban al centrocampista madrileño por esos campos y aún coleaba el asunto en diciembre del 2011 cuando Simeone selló su compromiso para relevar a Manzano en el banquillo rojiblanco. La salida por la puerta de atrás de Caminero, que apenas llevaba siete meses en el cargo, parecía cuestión de horas. Miguel Ángel Gil Marín, sin embargo, se apresuró a poner las cosas en su sitio. «Es él quien ha elegido al Cholo como sustituto de Manzano», declaró el consejero delegado del Atlético y ahí siguen juntos cuatro años después con la idea de volver a hacer historia nuevamente.

En la misma sintonía

«La comunión es perfecta. Tanto el club como Diego estábamos en la misma sintonía y cuando las dos partes desean algo, es mucho más fácil ponerse de acuerdo», dijo Caminero tras la renovación del técnico argentino hasta el 2020. «Conoce a la perfección nuestro club, lo siente como propio, lo lleva dentro y por eso es lógico que quiera ayudarnos a crecer», explicó entonces y ahora trata de atender todas sus peticiones de refuerzos.

Suscribe esas palabras José Francisco Molina, el portero del doblete, que explica ese enraizamiento en los éxitos que aquel «grupo de amigos» consiguió en los noventa. «Él era uno de los importantes del equipo, dentro y fuera del campo. Era un grupo muy unido, muy completo. Todos nos sentíamos unidos e importantes dentro del equipo… No me sorprende en absoluto lo que está consiguiendo como técnico. Lo veo algo normal en él. Tiene la misma manera de entender el fútbol que cuando jugaba, lo transmite de la mejor manera posible a sus jugadores, lo mismo que transmite su pasión para ganarse a la gente», afirma el exguardameta, que confirma  que nunca vio a Simeone intercambiar su camiseta con un rival.

«Bilardo me enseñó que la camiseta no se intercambia porque la mía vale más que la suya», dijo en su día Cholo. Carlos Salvador Bilardo, el hombre que lo llevó al Sevilla en 1992, también lo vio como entrenador desde chiquito. «Le conozco desde los 16 años, de cuando era juvenil. Ya tenía demasiado carácter, pero en sentido positivo… Siempre ha pensado por y para el fútbol. Puede dirigir a cualquier equipo y a cualquier selección. Todo se reduce a  una cuestión de trabajo. Nunca le pillarán en un renuncio táctico porque se acuerda de todo.  Será seleccionador de Argentina», dijo el pasado 6 de enero el campeón del mundo con la albiceleste en México 1986, que se resiste a calificar a Simeone como bilardista.  Un menottista, Eduardo Berizzo, acaba de darle el primer gran tortazo de la temporada.