Armstrong se rinde

Armstrong, en un momento de la contrarreloj individual del Tour de Francia del 2009.

Armstrong, en un momento de la contrarreloj individual del Tour de Francia del 2009.

SERGI LÓPEZ-EGEA

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Por vez primera en toda su carrera como deportista, Lance Armstrong ha levantado el pie del pedal. Como si se tratase de una pájara sobre la bicicleta, sobre una de aquellas «laderas de verdes parajes por los más bellos Alpes», como cuenta en su libroMi vuelta a la vida, el ciclista tejano, el mito, la leyenda, el dominador de una época, el único -este sí—se ha rendido. Basta. La suerte está echada. Ya se ha cansado de la lucha jurídica, de malgastar dólares. «En la vida de una persona hay un momento en el que hay que decirbasta, y ese instante, en mi caso, ha llegado», afirmó ayer en un largo comunicado. La USADA (la agencia estadounidense contra el dopaje) tiene vía libre para que su propuesta se lleve a cabo: la retirada de todos los títulos del tejano desde 1998, entre ellos el tesoro de sus siete Tours, y una suspensión a perpetuidad.

Sin embargo, debe ser la Unión Ciclista Internacional (UCI) y no el organismo estadounidense el que ratifique o no la propuesta sancionadora. Suya es la competencia. De nadie más, ni siquiera del Tour. La federación internacional anunció ayer que no se pronunciará hasta que no disponga de toda la documentación de las autoridades americanas. Más meses para mantener abierta una historia interminable y aburrida.

Armstrong renunció a defenderse ante un jurado que debía determinar si eran ciertas las acusaciones de dopaje que pesan sobre él: la utilización sistemática de sustancias y métodos prohibidos con una estructura definida en su equipo desde 1999. O, en cambio, admitía sus argumentos: «He pasado más de 500 controles antidopaje a lo largo de mi carrera deportiva y nunca he dado positivo», según recordó recordó ayer. Un juicio, previsto para otoño, que ya no se celebrará. Armstrong, que en su comunicado volvió a proclamar su inocencia, deja su suerte al aire. O bien por cansancio o, recomendado por sus abogados, renuncia a la vista oral con la intención de que no salgan más cosas a relucir.

LUCHAR CONTRA EL CÁNCER / En la nota, Armstrong defendió que él ganó siete Tours y que lo único que le interesa ahora es continuar luchando contra el cáncer al frente de su fundación. Cierra así un caso que le ha ocupado desde agosto del 2005 y que se recrudeció con su retorno a la competición en el 2009. ¿La caída del mito? ¿Una caza de brujas tal como él denuncia? ¿El campeón falso, mentiroso, tramposo y estandarte de la década más oscura de este deporte (1996-2006)? ¿O la estrella perseguida y lanzada a los leones?

La USADA ya tiene vía libre para que su propuesta sea efectiva y provoque un tsunami en el Tour, siete carreras que se quedarán sin ganador y que obligará, según las fuentes consultadas ayer por este diario, a dejar el título en blanco porque en ninguna cabeza cabe, sobre todo en la centrada de ASO, que no decide pero sí se le escucha, la empresa organizadora de la ronda francesa, que los títulos vayan a corredores salpicados por el dopaje, cabecillas de la operación Puerto y con una reputación por los suelos, como es el caso de Jan Ullrich que lograría las victorias del 2000, 2001 y 2003. «Hasta que no se cierre la investigación no se harán públicos todos los documentos. Es un día muy triste», afirmó en EEUU, Travis Tygart, director de la USADA. Son unos documentos que, hasta ahora, ha solicitado sistemáticamente la UCI -muy crítica con el proceso—y que la agencia estadounidense se ha negado a entregar porque no se fía de la UCI, conocedora de la amistad que une a Armstrong con Pat McQuaid, el presidente de una federación que ha reconocido aceptar dinero del tejano para financiar su lucha antidopaje.