EL REGRESO DE LA MAYOR RAPAZ DE EUROPA

El buitre negro se consolida en el Pirineo y llega a los 24 ejemplares

Anillamiento de un polluelo de buitre negro en la sierra de Boumort

Anillamiento de un polluelo de buitre negro en la sierra de Boumort

ANTONIO MADRIDEJOS
BARCELONA

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Tres parejas de buitre negro que responden a los sugerentes nombres de Perla-Portell, Bruna-Corneli y Mario-Menta, procedentes de diversos enclaves de Extremadura, han puesto esta primavera los cimientos de la recuperación de la especie en Catalunya con tres puestas exitosas en la sierra de Boumort, en la comarca del Pallars Jussà. Los polluelos, que acaban de ser anillados con un transmisor que permitirá seguir sus movimientos, crecerán -si todo va bien- hasta convertirse en unas imponen-

tes carroñeras de 10 kilos y una envergadura cercana a tres metros.

La mayor rapaz europea, que aún mantiene poblaciones abundantes en Extremadura, Andalucía y el Sistema Central, se extinguió en Catalunya hace un siglo y ahora parece regresar con fuerza gracias a un programa promovido desde el 2007 por el Departament d'Agricultura de la Generalitat en colaboración con las asociaciones Grefa y Trenca y la Fundació Catalunya-La Pedrera. De hecho, los tres pollos no son los primeros nacidos en Boumort, sino solo la puesta exitosa más numerosa.

Tres años después de las primeras liberaciones, en un tiempo récord para este tipo de proyectos, Perla y Portell ya criaron con éxito. Este año, además de las tres parejas citadas, otras dos (Olga-Aleix y Neus-Oriol) iniciaron la reproducción pero por diversos motivos perdieron la puesta, que en la especie es siempre de un único huevo. También se formó una sexta pareja, aunque demasiado tarde como para tener descendencia, explica Diego García, técnico del Departament d'Agricultura.

ACLIMATACIÓN / «En total, contando los ejemplares jóvenes, ahora hay unos 24 buitres negros en la zona de Boumort», prosigue Ernesto Álvarez, presidente de Grefa, que aporta los ejemplares que luego son liberados. «Se trata de buitres que han chocado con tendidos eléctricos, están desnutridos porque se han extraviado o han sido víctimas de disparos, entre otros motivos», dice. En las instalaciones de Grefa en Majadahonda (Madrid), los animales heridos pasan seis meses de recuperación antes de ser llevados a Boumort, donde durante un año más permanecen en una jaula de aclimatación de 50 metros cuadrados hasta que, finalmente, son liberados. El programa se realiza también de forma coordinada en la sierra de Alinyà.

«Seis parejas consolidadas son muchas teniendo en cuenta que suelen morir hasta el 60% de los animales que se liberan», considera Álvarez. Ello es especialmente patente en los ejemplares jóvenes más atrevidos y viajeros que se alejan de Boumort. El director de Grefa explica que de los siete buitres liberados este año en el Pallars, uno acabó muerto en un aspa de aerogenerador en Galicia y otro fue atropellado por un camión en Aragón.

Con la exitosa reintroducción, Boumort ha pasado a convertirse en la única zona de Europa donde coinciden las cuatro especies de buitres presentes en el continente (buitre negro, buitre leonado, quebrantahuesos y alimoche). En cualquier caso, y a diferencia de lo que sucede con el buitre leonado, cuyas poblaciones se han disparado y ello ha provocado numerosas quejas, la Generalitat descarta que pueda pasar algo similar con el buitre negro. «Estos son menos coloniales, se mueven individualmente y dan pocos problemas porque comen cosas pequeñas», explica Diego García. Nunca atacan a rebaños o animales débiles.