DIRECTOR DEL CENTRO DE REGULACIÓN GENÓMICA

Miguel Beato: «Los políticos deben entender que sin ciencia no hay riqueza»

Miguel Beato, en el campus del Parc de Recerca Biomèdica.

Miguel Beato, en el campus del Parc de Recerca Biomèdica.

ANTONIO MADRIDEJOS
BARCELONA

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El Centro de Regulación Genómica (CRG), uno de los institutos científicos más potentes y modernos de Barcelona, busca director. Los estatutos del CRG impiden que Miguel Beato, que se mantiene en plena forma a sus 71 años, repita en el cargo por tercera vez. Tampoco le hacía especial ilusión: «Con el paso del tiempo, ser director se hace más monótono. No tienes ideas nuevas sobre cómo organizar las cosas. A los políticos les pasa igual».

–Perdón por la impertinencia, pero ¿le ha llegado la hora de jubilarse?

--No, no. Yo tengo en el CRG una posición de investigador sénior que es independiente de la de director. Y como investigador quiero mantenerme al menos tres años más, hasta la próxima evaluación. Quiero terminar investigaciones que posiblemente no he podido hacer por las responsabilidades de mi cargo.

–¿Próxima evaluación?

–Todos los empleos en el CRG son sometidos a evaluaciones periódicas: si no funcionas, te echan. Es una de las características que nos distingue de otros centros públicos. Además, más de la mitad de los investigadores del CRG deben irse al cumplir los 10 años. Es una tensión que no todo el mundo tiene ganas de aguantar. Se nos ha ido gente muy buena por este motivo. Nosotros producimos científicos para el resto del mercado.

–¿El sistema tan poco funcionarial del CRG debería extenderse?

–No del todo. Creo que no se puede generalizar a todo el país. Necesitamos también centros en los que la gente tenga estabilidad, aunque sin centros como el nuestro lograr competitividad es complicado.

–Tras 10 años al frente del CRG, ¿se han cumplido las expectativas?

–Los resultados han sido impresionantes. Cuando llegué desde Alemania quería hacer un buen instituto de investigación, pero no esperaba que fuéramos tan rápido y llegáramos tan lejos. El CRG compite con los mejores. No es fácil explicar por qué, aunque una de las claves del éxito inicial fue sin duda el apoyo del conseller Mas-Colell. Esperemos que vuelva pronto.

–¿Qué es lo que aún debe cambiar en el sistema de ciencia?

–La sociedad y los políticos catalanes deben comprender que sin ciencia no hay negocio, no hay crecimiento económico. Mientras aquí se producía barato, podíamos aguantar. Pero eso ya no vale.

–Ya tenemos buenos científicos.

–Sí, pero falta que ese conocimiento se traduzca en riqueza. Tiene que haber una densidad de producción interesante para las multinacionales. Los esfuerzos individuales no sirven: es como poseer una magnífica casa y no tener una carretera para llegar a ella. Afortunadamente, algo está cambiando. Lo que se ha creado en los últimos 10 años es impresionante, con un sincrotrón, el gran ordenador, buenos centros científicos. Barcelona es el sitio que más se mueve en el sur de Europa.

–La biomedicina acapara casi toda la inversión pública. ¿Qué opina?

–Creo que ha sido una lógica y buena decisión porque en Barcelona ya había una gran medicina. Le faltaba la biología, la investigación básica. Cuando todo funcione y esté conectado, esto va a ser un clúster como no lo hay en Europa. Ni siquiera el Karolinska o el Pasteur.

–Uno de sus problemas es justamente lograr el apoyo de fundaciones privadas. Parece que solo lo logran los hospitales...

–Sí, y debemos convencerles de que sin lo que hacemos nosotros, sin nuestro trabajo previo, no se puede curar luego a los enfermos. A Obama no hay que explicarle eso:llega la crisis y decide poner una millonada más en ciencia básica.

–¿Se les han quedado pequeñas las instalaciones?

–Tenemos un problema enorme porque el instrumental necesario para nuestro trabajo está en crecimiento constante. Y si no lo tienes, ni avanzas ni atraes a los mejores científicos.

–¿Está hablando de mudarse?

–Si conseguimos inversores, no lo descartaría. El campus de la UAB sería un buen lugar, al lado de tantos centros de muchas disciplinas.

–Pero no tendrían vistas al mar y a la playa de la Barceloneta.

–El ambiente agradable ayuda, no lo niego, pero para la ciencia lo fundamental es tener buenos centros donde trabajar bien.

–¿Ustedes han notado la crisis?

–Más que la crisis, el problema que más nos preocupa es que hay una especie de marcha atrás en el sistema catalán de investigación. Un éxito del proyecto de Mas-

Colell fue justamente crear fundaciones privadas con fondos públicos, que es lo que éramos nosotros. Hace dos años, en cambio, nos convirtieron en una fundación pública. El sistema no tolera que seamos independientes. Antes funcionábamos como una empresa: si había que reaccionar rápido, reaccionábamos rápido. Íbamos a objetivos y había resultados. Y si eran malos, nos echaban, por supuesto. Ahora perdemos gran cantidad de tiempo en problemas administrativos, en auditorías... Nos quieren imponer una normativa general para todos los centros, que todos estemos controlados por un comisario.

–Y me dirá que ustedes no son un centro público cualquiera.

–Claro que no lo somos. Repito: no tenemos ni un solo funcionario. A la gente que no va bien, la echamos. Se están cargando el éxito del sistema. No entienden nada.