Sorpresa en una accidentada Milán-San Remo

A Arnaud Demare, corredor francés del conjunto FDJ, le sabrá a gloria la victoria de este sábado en San Remo. El mayor éxito de su carrera deportiva, un triunfo del que presumir en uno de los grandes 'monumentos' del ciclismo mundial, la 'classicisima', como la denominan los italianos, la Milán-San Remo. Pero siempre quedará la duda de qué habría pasado si en los metros finales no se cae ese corredor colombiano que va para figura, llamado Fernando Gaviria, de solo 21 años, o a Nacer Bouhanni, el velocista del conjunto Cofidis, no se le estropea el cambio, en el momento de la aceleración final hacia la línea de llegada.

En estas circunstancias ganó Demare. Se impuso en una Milán-San Remo, que no pasará a la historia por haber sido la más intensa y espectacular, una carrera que solo ha estado marcada por las constantes caídas que se produjeron en los kilómetros finales, con un pelotón del que apenas se descolgaban corredores. Poco o nada que mostrar en el Poggio, el monte famoso que crece sobre los tejados de San Remo. No hubo los clásicos ataques de las primeras figuras, de los que sin ser velocistas quieren inscribir su nombre en una prueba que ganaron mitos como Gino Bartali, Fausto Coppi o Eddy Merckx.

Solo se anotó, entre las estrellas, un movimiento de Vincenzo Nibali para coger la cabeza del pelotón con Alejandro Valverde enganchado a su rueda cuando comenzó el descenso del Poggio hacia la meta. Nada más. Todos juntos, esprint anunciado, con Gaviria lanzado hacia la historia tras ganar la medalla de oro en pista (modalidad del Omnium). Y cuando se fue al suelo, las miradas se fijaron en Bouhanni, quien a partir del lunes será el favorito en los esprints de la Volta, alguno habrá, hasta que se la averió la bici. Triunfó Demare, allí donde Óscar Freire, por tres veces, y Miquel Poblet, por dos, anotaron sus nombres como vencedores de la clásica. La del 2016 sin mucha historia, la verdad.