MEDIDAS PARA RESCATAR A UN GREMIO EN DECLIVE

Única salida: quitar taxis

Tertulia 8Un grupo de taxistas comentan la jugada mientras esperan clientes en la parada del tanatorio de Les Corts, el miércoles.

Tertulia 8Un grupo de taxistas comentan la jugada mientras esperan clientes en la parada del tanatorio de Les Corts, el miércoles.

CARLOS MÁRQUEZ DANIEL
BARCELONA

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Es muy difícil, quién sabe si imposible, encontrarun taxista optimista en Barcelona. Charlar con ellos en una de sus paradas es iniciar un acalorado debate en el que nadie sale bien parado. Ni sus propios representantes, ni la Administración, ni la prensa, ni muchos de sus compañeros. Están muy hartos de todo, pero cuando se profundiza, muy pocos son capaces de trascender al tópico de que laAdministraciónlleva varias generaciones robándoles. En algo sí están todos de acuerdo:en esta ciudad sobran taxis. Ni turnos, ni regulación horaria, ni reducir el número de coches que funcionan con dos chóferes, ni más días de fiesta para achicar la flota.Sobran licencias.

La capital catalana dobla la media nacional de taxis por habitante. Aquí disponemos deuno por cada 152 ciudadanos, mientras que lo que se estila en el resto del país es un chófer por cada 324 personas. Tengan en cuenta, además, que la ratio de España es un 40% superior que en la mayoría de países europeos desarrollados. Cierto, hay que tener en cuenta los 7,5 millones de turistas que cada año visitan la ciudad, pero aun así, la cifra resulta cuanto menos llamativa. El gremio empezó el miércoles a aplicar un sistema de turnos que no gusta a nadie. De los 30 taxistas consultados por este diario el día del estreno, ni uno solo tuvo una palabra bonita para esta medida destinada a equilibrar oferta y demanda.

Caja «inaceptable»

En la plaza de John Fitzgerald Kennedy, en Sant Gervasi, Manuel, Claudio y Jose se apoyan en el quiosco de la Once que queda en el lado sur de la calle, donde hace un frío de mil demonios. Manuel cogió el turno de 7.00 a 19.00 horas y a las 13.30 horas lleva recaudados 20 euros. Estas semanas de Navidad son especialmente duras, pero esa cantidad le parece a todas luces «inaceptable». «Lo que necesita el taxi son horas», exclama. Peor lo tiene Claudio, que al ser asalariado tiene que pasar un tanto al propietario de la licencia que le cede el coche. Se ha sacado 33 euros y espera llegar a casa con poco más de 50. Como mucho, le tocarán unos 20 euros, y con eso no se vive.

Barcelona cuenta con 10.500 taxis, pero con el asunto del doble turno, son13.000 los chóferesque buscan carreras por las calles para una población de 1,6 millones de personas. Para que puedan comparar, Roma tiene 2,8 millones de habitantes y 5.700 taxis; los casi dos millones y medio de parisinos disponen de 14.000 chóferes, y Madrid cuenta con 15.500 taxis para prestar servicio a 3,2 millones de personas. Los números les dan la razón. Más si se tiene en cuenta que la competencia se les ha multiplicado con los «servicios subvencionados» del Bus Turístico, el Aerobús, el Bicing o el alquiler de motos. «Cuando la L-9 llegue al aeropuerto, la única alternativa será robar», opina un chófer en la parada de Diputació-Rambla, donde una decena de taxistas acaban vociferando por turnos sobre el asunto.

Volver a empezar

Retirar licencias significa comprarlas. Nadie va a donar la suya para hacerle un favor a la profesión. Valen unos 120.000 euros, pero con 100.000 ya se podrían ventilar. A finales de los 90 se hizoun plan de reconversiónpara eliminar 1.215 licencias. Cuando ya estaban fuera de circulación 426, un juez, tras la denuncia de un grupo de taxistas, estimó que la medida era ilegal por «arbitraria e injustificada». Quizá el magistrado sea ahora más flexible. Cada conductor pagaba 65.000 pesetas anuales, y así se irían cancelando esos permisos hasta dejar la flota en unos 9.000 taxis. Ahí sí coinciden todos: esa es la única solución a lagrave crisis del taxi.