La transformación del litoral barcelonés

«¿Y qué será del barrio?»

HELENA LÓPEZ
BARCELONA

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Construir un puerto de súper lujo junto a uno de los barrios más humildes de Barcelona no parece a primera vista una actuación encaminada a cimentar la famosa«ciudad de las personas»de la que tanto habla el alcalde Trias. La noticia, que muchos todavía sienten como rumor por la falta de información oficial sobre el asunto, ha provocado reacciones distintas entre los residentes. Mientras la asociación de vecinos L'Òstia y el colectivo de pescadores de arrastre se oponen frontalmente a un proyecto que consideran«devastador»para el barrio, la otra entidad vecinal y la asociación de comerciantes confían -al menos-, en que el nuevo astillero creará puestos de trabajo.«El gerente del puerto se ha comprometido a organizar cursos de formación para preparar a gente del barrio para trabajar en la atarazana»,asegura Oriol Casabella, presidente de la Asociación de Vecinos.

Para José Antonio Caparrós, pescador de arrastre, el argumento de la creación de puestos de trabajo«no cuela». «Cuando levantaron el Hotel W vinieron con la misma historia, y al final, nada. Todos los barcos vendrán de fuera con sus propios equipos de mecánicos, y a la gente que contraten le pedirán inglés, ya que aquí no se hablará otra cosa, así que pocos de la Barceloneta acabarán trabajando aquí...», opina el pescador, quien, junto a los otros 13 armadores de arrastre que resisten en el Moll de Pescadors, presentará este martes alegaciones al proyecto. Lo hará junto a L'Òstia, asociación impulsora de la campaña contra la reforma, y la Asociación de Vecinos, que, pese a ver la parte buena del plan, se suma a las alegaciones.«No nos parece bien que hagan un gimnasio y un restaurante dentro de la marina. No queremos una ciudad de lujo aislada dentro del puerto, sino que el proyecto repercuta lo máximo posible económicamente en el barrio. En la Barceloneta ya tenemos equipamientos deportivos y restaurantes de primera; que los que vengan en los yates hagan uso de ellos», afirma Casabella.

Josep Domènech, restaurador y presidente de la Asociación de Comerciantes de la Barceloneta, no comparte ese temor.«Es una oportunidad para el barrio»,considera.

De forma diametralmente opuesta opina Gala Pin, portavoz de L'Òstia y posiblemente la persona que más horas ha dedicado a estudiar el proyecto.«Si esta reforma tira hacia delante, los vecinos habremos perdido otro espacio. El Port Vell quedará cerrado, con seguridad privada y guardaespaldas y no nos podremos acercar. Allí donde podríamos disfrutar de equipamientos públicos y comunitarios nos encontramos con la cara más excluyente de los millonarios»,apunta el manifiesto contra la construcción del puerto de yates de lujo elaborado por esta entidad, que ya ha recogido más de 200 adhesiones.

Los contrarios al plan critican también su opacidad -los responsables municipales siguen afirmando que aún no saben nada del mismo, mientras las máquinas hace días que trabajan en el muelle- y temen que el incremento de la presión turística que se augura que comporte«acabe de ahogar al barrio».El próximo 14 de abril se manifestarán en la plaza del mercado para escenificar su rechazo.