Nueva regulación de las dos ruedas

El Poblenou sigue lleno de motos en las aceras pese a la prohibición

Hilera de motos mal aparcadas encima de la acera en la calle de Bilbao, en el Poblenou, el jueves.

Hilera de motos mal aparcadas encima de la acera en la calle de Bilbao, en el Poblenou, el jueves.

CARLOS MÁRQUEZ DANIEL
BARCELONA

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La rata de laboratorio todavía no ha experimentado síntomas relevantes pasados tres días desde que se le inyectó la fórmula. El Poblenou, el primer barrio de Barcelona en el que se prohíbe a las motos aparcar sobre las aceras, parece vivir a espaldas de la nueva norma y el único efecto secundario a la regulación es un enfado de aúpa y una sensación de gueto al que le ha tocado soportar el experimento «dictado desde un despacho del ayuntamiento».

El consistorio ha pintado en la calzada 2.000 nuevas plazas para motos y ciclomotores, una medida que debería bastar, según defiende el equipo de Jordi Hereu, para dar cobertura a toda la demanda del barrio. No lo ven así los afectados, que sostienen que no es lo mismo una calle estrecha que una vía recién renovada a la que se le han dejado laterales de más de cuatro metros de ancho. Eva trabaja en la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) y cada día se desplaza desde El Masnou hasta la Rambla del Poblenou. Tanto ella como mucho compañeros de trabajo solían dejar la moto debajo de la oficina, en un terreno peatonal «lo suficiente amplio como para no molestar a nadie». «Esta medida genera problemas donde nunca los ha habido, los aparcamientos están llenos y tienes que dejar la moto dos o tres calles más allá. La sensación que da es que hacen las normas sin salir del despacho y sin tener ni idea de lo que es una moto», se queja.

PROYECTO EXPORTABLE / Francesc Narváez, concejal de Movilidad, asegura que el proyecto se exportará a «gran parte de la ciudad», aunque puntualiza que habrá puntos, como zonas del Eixample y de Ciutat Vella, en los que no habrá más remedio que dejar las motos en las aceras. Narváez, que además es concejal del distrito de Sant Martí, del que forma parte el Poblenou, explica que la medida está funcionando con total normalidad.

Miquel Sánchez, vecino del barrio y portavoz de la plataforma de usuarios de la vía pública, es otro de los que considera que el sentido común debe estar siempre por encima del espíritu regulador. Argumenta que vetar las motos en las aceras anchas es «una tontería», simplemente, porque en esos espacios amplios, «no estorban lo más mínimo». «El ayuntamiento está ahogando a todo el que apuesta por el transporte privado en la ciudad de Barcelona. Hace falta un poco más de racionalidad y estudio de las cosas antes de lanzarse a aplicar una idea así», dice.

Por ahora no hay fecha para empezar a multar a los infractores. Así lo confirma un empleado de BSM, empresa pública que impone las multas, que explica que por ahora se limitan a colocar un folleto informativo en los manillares. «El día que se pongan a multar se puede liar la cosa», adelanta Pere, un visitante ocasional de la calle de Bilbao que acaba de dejar su escúter en la acera. Este hombre de unos 50 años vive en Aribau y considera «lógico» aplicar este plan en zonas estrechas. «Cuantas más motos seamos, más problemas tendremos y menos libertad individual», sentencia con solemnidad.

Carles Castillo, vecino de la Rambla del Poblenou y propietario del taller Maremotos, lamenta que el ayuntamiento «pierda el tiempo en estas tonterías» y asegura que sus clientes están «muy cabreados» con esta nueva «colleja municipal» a las motos de ciudad. Eva, por su parte, invita a pensar qué pasaría si todos los motoristas se pusieran de acuerdo y, por un día, dejaran el casco en casa y cogieran el coche.