Ofensiva de las hijas de Muñoz Ramonet para recuperar el palacete de la calle Muntaner

palacete de Julio Muñoz Ramonet

palacete de Julio Muñoz Ramonet / JOAN CORTADELLAS

CRISTINA SAVALL / BARCELONA

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El largo litigio entre el Ayuntamiento de Barcelona y las cuatro hijas de Julio Muñoz Ramonet, empresario textil fallecido en 1991 en Suiza, prosigue con un nuevo y enrevesado capítulo después de que los jardines del palacete de Muñoz Ramonet, de la calle Muntaner, se abrieran el pasado junio al público tras una sentencia del Tribunal Supremo, que otorgó las llaves de la finca al consistorio.

Ahora, las hijas, que no salían mencionadas en la declaración notarial de la última voluntad de su padre, inician otra disputa legal al contar con el apoyo del notario Romano Kunz, el albacea que en 1988 redactó el controvertido testamento en Suiza, que asegura que su cliente "no quería" excluir a sus descendientes del patronato de la fundación que vela por el legado. "A este testimonio, se une una traducción jurada del documento sucesorio, escrito originalmente en alemán, que si llega a los tribunales podría cambiar el destacado papel que juega el ayuntamiento en la administración de este patrimonio", advierte Jos Prado, el nuevo abogado de la familia. 

Según Prado, Kunz considera que el ayuntamiento no cumple la última voluntad del difunto. "El albacea defiende que la familia de Muñoz Ramonet debe formar parte del patronato, y que, por ello, él mismo, junto a Carmen, Isabel, Helena y Alejandra Muñoz Villalonga, y Manuel Castelo Muñoz, uno de los nietos, ha constituido "ad cautelam" la Fundació Privada Casa Julio Muñoz Ramonet, a la que invita a formar parte tanto al ayuntamiento como a la Generalitat", argumenta el letrado.

CONVENIO DE COLABORACIÓN

Pero hay una condición: que "se disuelva" la actual fundación, constituida por el consistorio en 1995, y en la que no figura ningún familiar, y que, según dictó el Supremo en el 2012, es la beneficiaria de la propiedad y de la valiosa colección de antigüedades y arte que albergaba, incluidos cuadros de Goya y de El Greco, cuyo destino final aún está en manos de los tribunales. El objetivo es establecer con el gobierno municipal un convenio de colaboración para que se transfieran a la fundación recién creada "los bienes y los derechos" que en la actualidad están adscritos al ayuntamiento.

Prado aporta una reciente traducción jurada del testamento del alemán al catalán (según él, la primera que se ha hecho), que advierte de que la palabra 'patronato' se había traducido incorrectamente, ya que el término escrito en alemán hace referencia a patrocinio. "El texto dice exactamente 'unter dem patronat von der stadt Barcelona' (bajo el patrocinio de la ciudad de Barcelona). La palabra que significa patronato es 'schirmherrschaft', no 'patronat". Lo cual cambia totalmente el sentido, porque patrocinio quiere decir financiar una actividad", especifica Pardo.

La intención de la familia es que la relación que establezca Barcelona con el palacete de la calle Muntaner sea similar a la del palacio de Liria con Madrid, que gestiona la Fundación Casa de Alba, que solo se abre los viernes a las visitas públicas, aunque en el recorrido no se muestran las estancias privadas, ya que es la residencia habitual del heredero del ducado, Carlos Fitz-James Stuart. "La propuesta es que solo la planta baja y los jardines de Muñoz Ramonet permanezcan abiertos al público, los viernes, sábados y domingos, a excepción del 1 de enero, 1 de mayo, 24 de junio y 25 y 26 de diciembre".

DUDAS RAZONABLES

Eudald Vendrell, abogado de la Fundació Julio Muñoz Ramonet, defiende desde hace unos 15 años los derechos del ayuntamiento en este laberinto judicial. "La fundación que han creado no tiene recorrido. Tiene el sello notarial, pero no está registrada por la Generalitat, lo cual es imprescindible para ser operativa. Por eso no vamos a mover ficha", señala Vendrell, para quien este episodio es una traba más orquestada por las hijas del magnate. "Hay una sentencia del Supremo que declara a Barcelona heredera del palacete. Y en ese juicio, ellas aportaron otra traducción del testamento como válida", manifiesta Vendrell.

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Lo increíble de este 'culebrón' judicial es que, al morir Muñoz Ramonet, por desavenencias, las hijas le quitaron los poderes a Kunz, e impugnaron el testamento como falso. Según publicó 'El País', el notario renunció a su cargo como albacea a cambio de cobrar 230.000 francos suizos; pasando de defender la validez del documento que dejaba el palacete a la ciudad a Barcelona, a declarar lo contrario. Por eso, alegó, no había informado del legado. "Si Kunz no ha participado en un proceso judicial en estos últimos 17 años es porque el albacea no puede intervenir hasta que se resuelva la propiedad de los bienes", aclara Prado. 

El ayuntamiento no tuvo conocimiento del testamento hasta finales de 1994, cuando el arquitecto alemán Bernd Walter envió una carta a Pasqual Maragall para delatar que la familia escondía el documento que otorgaba derechos sucesorios a Barcelona. Walter, que había trabajado para Muñoz Ramonet, se vengó así de una deuda reclamada a las hijas, que se negaron a pagarle.