REFORMA URBANÍSTICA PENDIENTE EN CIUTAT VELLA

El muro de la plaza de Folch i Torres tiene, al fin, los días contados

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HELENA LÓPEZ / BARCELONA

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A los pies de la imponente fachada del instituto Milà i Fontanals, la plaza de Josep M. Folch i Torres, una de las puertas de entrada del Raval sur. Su característica morfología, sin embargo, hace que esta puerta se convierta, a la práctica, en frontera hostil. En una puerta cerrada que no invita a entrar, sino más bien todo lo contario. El desnivel hace que la ronda de Sant Pau y la entrada a Sant Antoni, al ordenado Eixample, quede arriba, y la plaza, y el Raval, abajo, claro, como no podía ser de otra manera. Lejos de resignarse, vecinos, comerciantes y entidades del barrio llevan años -tantos como 14- pidiendo una reforma de la plaza que termine con ese muro que les parapeta. Lucha larga que culminará al fin con la reivindicada reforma, a punto de comenzar. Las obras empezarán en enero, según fuentes del distrito de Ciutat Vella.

"Una vez alguien habló con el arquitecto que diseñó la actual plaza y le dijo que el muro de la fuente quería ser un mirador sobre el barrio. Se nota que no vivía aquí", apunta Francisco Muñoz, miembro de la activa mesa de mediación de la plaza, quien regenta desde hace 20 años un supermercado en el enclave. Uno de esos en los que las vecinas del Raval bajan a comprar el vino para cocinar en bata y zapatillas de estar por casa. "Hemos tenido que negociar con tres ayuntamientos distintos [socialistas, convergentes y comunes], pero finalmente parece que las obras ya están licitadas", explica el comerciante y uno de los mayores batalladores por esta transformación (no solo física), quien tiene claro cuál será la próxima lucha: pedir a la rehabilitación de la enorme (y vieja) fachada del Milà i Fontanals.

PROYECTO DE CONSENSO

Tras años de diálogo -"quien se puso más en serio fue Mercè Homs", reconoce Muñoz-, el proyecto que finalmente se llevará a cabo es de consenso. "Habrá tres pistas de petanca y estarán abajo, frente al 'casal', en Reina Amalia, su sitio lógico. Ahora hay pistas de petanca, pero claro, donde están y como están, son inutilizables", apunta el comerciante. En ellas, hoy por hoy en la parte de la Ronda de Sant Pau, se suelen instalar personas sin techo. Habrá también dos parques infantiles -uno para mayores y uno para más pequeños- y se mantendrá la muy utilizada pista de básquet, uno de los símbolos de identidad del céntrico lugar. 

"La idea es que sea un punto de encuentro. Un lugar al que apetezca venir, no un lugar del que huir. Salvar el desnivel, que es mucho más que físico", concluye Muñoz.

EN TIERRA DE NADIE

El cambio de gobierno llegó cuando el proyecto estaba a punto de ejecutarse, lo que, un clásico, lo dilató todo otra vez. Cuando el nuevo equipo decidió ejecutarlo surgió otro problema: la propiedad de los terrenos. Resultó que los que tocan al instituto no son del ayuntamiento, sino de la Generalitat, lo que prolongó aún más la operación hasta que este se logró la cesión de los mismos al consistorio para poder iniciar las obras, presupuestadas en más de 2,5 millones y que el distrito prevé que se alargarán ocho meses.

Cuando terminen -calculan ocho meses, pero dependerá, otra vez, de lo que encuentren en el rico subsuelo, arqueológicamente hablando- empezarán la campaña por la fachada del Milà i Fontanals.