"No es justo decir que todo Pedralbes es igual"

Una veterana carnicera asegura que las grandes mansiones no representan a todo el barrio

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CARLOS MÁRQUEZ / TONI SUST / BARCELONA

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Gemma regenta una carnicería en la calle de Manila, en Pedralbes. El comercio lleva abierto 60 años y ella, no lo esconde, se siente más de Sarrià que del barrio más pudiente de Barcelona. No tiene la receta para arreglar la desigualdad en la ciudad, pero sí pide que no se meta a todo el vecindario en el mismo saco, porque no son lo mismo las calles colindantes al monasterio, donde hay viviendas tan grandes como el mercado de Trinitat Nova, que la zona más cercana a la Diagonal, donde ha habido siempre mucha más vida de pueblo. "Sabe mal que digan que aquí somos todos iguales. No es justo...".

Gemma prepara huesos, pollo, garbanzos y verduras para un voluntarioso padre con intenciones de preparar caldo. Mientras trajina con los cuchillos, charla con las clientas, que coinciden en que las mansiones de arriba condicionan la estadística sobre la renta familiar disponible. "Si comparamos su vida con la nuestra, seguro que también hay mucha diferencia", asegura una habitual del comercio, de por aquí de toda la vida. No se les ocurre, sin embargo, compararse con Nou Barris porque son tan conocedoras del lugar en el que están como desconocedoras de la situación por la que atraviesa Trinitat Nova.  

LA PERSIANA Y EL INHIBIDOR

Esta carnicera de 66 años vivió en Poblenou hasta los siete años y su abuela y su madre se encargaron de comunicarle los valores de la "humildad y el esfuerzo". Heredó el negocio y hoy lo pilota junto a su marido, Ramon, que explica que en una ocasión no pudo bajar la persiana de la tienda porque los inhibidores del coche de "un pez gordo" que estaba en misa, en la iglesia de enfrente, anulaban su mando a distancia. "Creo que era un ministro", sospecha. 

Insisten mucho las personas que pasan por el comercio en la idea de que Pedralbes arrastra un estigma injusto, muy marcado por las familias pudientes que a lo largo de las décadas se han ido instalando en ciertos rincones del barrio. "Le invito a que suba a ver las casas de la avenida Pearson. Con verlas desde fuera le bastará. No hay nada que se le pueda comparar en toda Barcelona. ¡Claro que hay desigualdad!", exclama otra clienta. A mediados del siglo pasado, esta zona, explica Gemma, era conocida como "la incubadora", porque aquí se instalaron muchos matrimonios jóvenes que empezaron a tener hijos todos de golpe. Las grandes casas, explica la 'botiguera', se empezaron a construir en los años 60.

La carnicera se siente, dice, 'sarrianenca' a pesar de que este barrio pasó a formar parte de Les Corts en 1984 con la reordenación de distritos ordenada por Pasqual Maragall. Su corazón está en Sarrià porque, explica, eso sigue siendo como un pueblo. Y esto, la calle de Manila, aunque queda un poco apartado, mantiene ese mismo espíritu. Nada que ver con la zona noble, donde la vida se hace de puertas adentro. 

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