Y la fotografía llegó a BCN

El grabado de Antoni Roca que reproduce el daguerrotipo que se captó el 10 de noviembre de 1839 en Pla de Palau. A la derecha, una imagen actual con el mismo plano, con la Casa Xifre a la izquierda y la Llotja a la derecha.

El grabado de Antoni Roca que reproduce el daguerrotipo que se captó el 10 de noviembre de 1839 en Pla de Palau. A la derecha, una imagen actual con el mismo plano, con la Casa Xifre a la izquierda y la Llotja a la derecha.

CRISTINA SAVALL / BARCELONA

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Todo invento que marca un antes y un después en la historia de la tecnología depende de una cadena de conocimientos compartidos. Lo ilustra el caso de la primera fotografía realizada en España, hoy hace 175 años, en Pla de Palau, y de cuyo original se desconoce el paradero. Se captó tras el hito registrado en París el 19 de agosto de 1839 por el francés Louis Daguerre, el primero en idear un sistema que permitía conservar la imagen largo tiempo, conocido como daguerrotipo. Pero antes, Nicéphore Niepce, que después se convirtió en su socio, había obtenido unas primeras imágenes. El problema radicaba en lograr que fuesen duraderas, en fijarlas en una placa. Y la solución de ello fue lo que consagró a Daguerre.

El 10 de noviembre de 1839, tres meses después, a pesar del viento y de las nubes, a las once y media de la mañana, la Reial Acadèmia de Ciències i Arts de Barcelona despertó la curiosidad de los ciudadanos al convocar un acto sin precedentes: captar una imagen real en la entonces plaza de la Constitució, hoy Pla de Palau, en el Born, a pocos metros del puerto, que a mediados del siglo XIX era el epicentro de la ciudad.

Los barceloneses vivieron el acontecimiento con la misma expectación que hoy provocaría la prueba de que el teletransportador de Star Trek funciona en el mundo real. El causante de tal revuelo fue el médico Pere Felip Monlau, que en París había redactado el informe Noticias sobre el daguerrotipo. Allí conoció al grabador catalán Ramon Alabern, que había adquirido una de esas sensacionales cámaras tras cursar un taller con el propio Daguerre. Monlau convenció a la junta de la academia para que compraran la cámara de madera, que áun se conserva, a Alabern, que «en beneficio de las ciencias y de las artes» estaba dispuesto a cederla «al precio de coste indicado en la factura (1.946 reales de vellón) y a trabajar para que los académicos» pudieran aprender su uso, según el acta de una reunión celebrada en la academia ese mismo año.

El objetivo era imprimir en una lámina preparada con nitrato de plata y cobre una foto desde la azotea de la casa número 7 de la calle Castaños, una vivienda que todavía existe y en la que esta mañana se conmemorará la efeméride en un acto organizado por el Museu de la Ciència i la Tècnica de Catalunya.

La vista panorámica de esa foto abarca la Llotja del Mar, que cobijaba a la Junta Particular de Comercio, y la Casa Xifré, primer bloque de pisos modernos de Barcelona (construido dos años antes al estilo de las casas de la calle de Rivoli de París), donde se encontraba la lujosa cafetería Les Set Portes, que milagrosamente sobrevive como restaurante. A lo lejos de esa primera imagen se veía Montjuïc, pero no el monumento a Colón, que no se alzó hasta 1881.

En esa época Barcelona estaba amurallada y la Ciutadella todavía ejercía de fortaleza militar; la reina regente de una España sumida en plena confrontación entre carlistas y liberales era María Cristina de Borbón-Dos Sicilias y el alcalde de Barcelona, Jacinto Félix Domenech, que después ocupó exacto cargo en Madrid. Impensable hoy en día.

SESIÓN PÚBLICA / Lejos de ese convulso contexto político, se creó una comisión con Monlau y otros académicos, como Tomás Mer Serra y Josep Roura Estrada, para tomar la foto en una sesión pública y solemne. «Se ruega a los espectadores que, aunque estén en otros balcones, se retiren al oír un primer fusilazo, pudiendo volver a sus puestos cuando suene el segundo. La exactitud de la operación es tal que si alguien se desentiende del ruego, quedará indeleblemente marcada en la plancha la prueba de su indocilidad», advirtieron las autoridades académicas.

Durante los intermedios, una banda militar amenizó la espera. La sesión duró 22 minutos, pero podía haberse alargado 70, «dependiendo del estado de la atmósfera y de la fuerza del sol», rememora Jordi Serchs, director de l'Arxiu Fotogràfic de Barcelona, que el próximo miércoles inaugura en su sede del Born una exposición dedicada a esa fotografía que «al final fue rifada entre los invitados, que adquirieron los boletos a seis reales», cuenta. Ganó el número 56, pero no ha trascendido su identidad. Solo queda el grabado que dibujó Antoni Roca de la fotografía.

Una de las joyas que se exhibirán en El daguerreotip. L'inici de la fotografia es la cámara original que captó la foto, cedida temporalmente por la Reial Acadèmia de Ciències i Arts. «Lo singular es que la iniciativa partió de unos científicos. Era una cuestión meramente tecnológica. En ese momento ni se sospechaba la vertiente artística que adquirió unas décadas después la fotografía», argumenta el director del archivo. Para él, la autoría de esa foto no está clara. «Participaron conjuntamente Monlau y Alabern», explica. De ello versa uno de los capítulos del catálogo de la exposición donde también se mostrarán los primeros retratos con daguerrotipos realizados en los estudios pioneros de Barcelona.

Jaume Perarnau, director del Museu de la Ciència i de la Tècnica de Catalunya, informa de que su centro dispone de la colección «más importante» de daguerrotipos de España. «Por este motivo hoy convocamos el acto en el mismo lugar y a la misma hora. Reviviremos cómo se hizo aquella primera foto», cuenta. Al igual que entonces, una banda animará el acontecimiento y la lámina se sorteará entre los asistentes.

La diferencia es que desde esa azotea lo que más se ve ahora son árboles, por lo que será imposible ser fiel a la misma perpectiva para que entren en escena la Casa Xifré y La Llotja.

La efeméride se celebra también en la Agrupació Fotogràfica de Catalunya, con una exposición colectiva de socios en la sala Bruno Argemí de su local en la calle del Duc, 14.

La Casa Elizalde y Fotoconnexió programan talleres, rutas y un ciclo de conferencias alrededor de esa primera foto. Destaca la ponencia De l'experimentació al retrat, a cargo de la historiadora María de los Santos García Felguera y del archivero Jep Martí Baiget.