UN SECTOR EN AUGE

Barcelona plantea aumentar la fiscalidad de cruceristas y excursionistas que pasan por la ciudad

Un ferri humeante entra por la Bocana Nord junto al muelle Adossat, repleto de grandes cruceros.

Un ferri humeante entra por la Bocana Nord junto al muelle Adossat, repleto de grandes cruceros.

PATRICIA CASTÁN / BARCELONA

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A punto de empezar la temporada alta de cruceros, por primera vez el Port de Barcelona, empresarios de la Cambra de Comerç y representantes del sector han sumado voces para defender la aportación estratégica y económica de los 2,54 millones de cruceristas contabilizados el año pasado en Barcelona, en un cara a cara con una de las voces más críticas con el sector, la concejala de Ciutat VellaGala Pin. La edila reivindica revisar la fiscalidad que afecta a los cruceristas (en el marco de la de todos los excursionistas que pasan por Barcelona sin pernoctar y no pagan tasa) para dar un mayor retorno a la ciudad, mientras el Port replica con los 150 millones de rentas fiscales provenientes de los 800 millones que factura el sector en Catalunya, la mayoría en Barcelona.

La cita en la Cambra de Comerç ha servido para presentar con detalle y ante todos los agentes implicados el informe económico realizado por el laboratorio de Economía Aplicada AQR Lab de la Universitat de Barcelona que se presentó el año pasado a la prensa. Las macrocifras ya estaban difundidas: cada barco que atraca en Barcelona inyecta un millón de euros (con datos del 2014); al año suponen 796 millones de los que 413 contribuyen al PIB, generan 6.759 puestos de trabajo a tiempo completo… Pero se han aliñado con los resultados del 2015, cuando el puerto creció hasta casi 2,6 millones de cruceristas del 2011 y lo hizo sobre todo con barcos que toman Barcelona como puerto base.

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Como avanzó EL PERIÓDICO, este incremento ha hecho que los viajeros que inician y/o acaban ruta en Barcelona alcanzasen el 54%. En esos casos, su gasto llega a los 202 euros al día (frente a los 53 de los que hacen escala de unas horas). La mayoría de estos suelen pernoctar en Barcelona antes o después del viaje, de modo que abonan tasa turística en el hotel. También hay que considerar que más de 400.000 cruceristas son españoles y buena parte de estos son catalanes que inician su ruta desde el puerto local.

SACAR PROVECHO

Pero algo más de un millón de pasajeros pasan una media de 4,3 horas en la ciudad, sin pagar tasa turística, ya que esta afecta solo a escalas de más de 12 horas. En la práctica estas representan muy pocas en cualquier puerto, por los altos costes de amarre, y solo al alcance de pequeños buques de lujo.

Sobre ese flujo, Gala Pin ha defendido la aplicación de algún tipo de gravamen para generar un retorno a la ciudad de la actividad. La edila desconocía el detalle de la actual regulación, pero ha reclamado “revisar la fiscalidad”. Posteriormente ha enfatizado que esto sería aplicable, en el marco del nuevo plan estratégico del turismo, para los millones de excursionistas que pasan por Barcelona sin pernoctar, llegando en coche, tren, autocar y otros transportes. No obstante, el consistorio aún no sabe cómo podría articularse. El presidente del Port, Sixte Cambra, señala que el puerto no tiene voz ni voto al respecto, pero ha puesto en valor los 150 millones en impuestos que el sector deja cada año en Catalunya, y el medio millón de euros de contribución al PIB de Barcelona de cada buque que atraca. Considera que no tendría sentido aplicar una tasa a quienes embarquen o acaben ruta en la ciudad “igual que no lo tendría hacer pagar a los que llegan o se van en avión”, ha agregado.

DERECHOS DE LOS TRABAJADORES

Pin ha hecho un llamamiento a trabajar con el puerto y el Govern, e “ir de la mano” para controlar los efectos colaterales del éxito de los cruceros y garantizar derechos de trabajadores de los barcos y de los vecinos. A la concejala le preocupa su afluencia y la saturación de espacios como la Rambla. No obstante, en Barcelona hay una media de 9.000 cruceristas al día (con una punta de unos 31.000 este año y días con apenas un millar), de los que el 46% son excursionistas de unas horas. Un volumen muy por debajo de las llegadas en tren o autocar, que están también por abordar.

Pin no ha hablado en esta ocasión de limitar el volumen de viajeros ni de contaminación, aunque sí es un motivo de preocupación para la FAVB, que ha reactivado su campaña Stop Creuers, con argumentos medioambientales, de saturación turística y de condiciones laborales. El presidente del Port se ha defendido esta vez aludiendo a un estudio municipal del 2015 ( de Barcelona Regional ) donde se atribuye a la actividad de los cruceros un 1,2% del NOx (óxidos de nitrógeno) de la ciudad y un 0,2% de las partículas sólidas en suspensión. Una cifra que tiende a reducirse porque la mayoría de buques gigantes que llegan a la capital catalana son de nueva generación y ya cumplen las normativas europeas, con cada vez más barcos que funcionan con gas natural licuado.

Pese al visible duelo, el ayuntamiento ha tratado de suavizar sus posiciones, agradeciendo la aportación del estudio económico, pero sin dejar de insistir en que son necesarios más estudios sobre el retorno social y el coste que supone a la ciudad en limpieza y seguridad.