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Mercè 2015: Se armó el belencito

Artur Mas y varios militares, en la misa de la Mercè de las fiestas del año pasado.

Artur Mas y varios militares, en la misa de la Mercè de las fiestas del año pasado. / periodico

RAMÓN VENDRELL

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La historia de la basílica de la Mercè es como una novela de Eduardo Mendoza. En primer lugar porque salen por allí señores que se llaman Jerónimo Santacana (arquitecto), Agapito Vallmitjana (escultor), Maximino Sala (escultor) o Celedonio Guixà (escultor). Parecen bautizados a partir de la máxima mendociana de crear personajes con nombres fuera de lo común, para lo cual suele recurrir el autor de Sin noticias de Gurb a su amor por las historietas del TBO y de la escuela Bruguera (Eustaquio Morcillón y Cucufato Pi respectivamente) y por apellidos catalanes que «casi huelen a panellets», según sus palabras. Y en segundo lugar porque es un delicioso folletín que atraviesa 800 años de vida barcelonesa, tanto en la versión de la web de la parroquia como en la que cuenta el propio templo. Por ejemplo en la Pequeña Historia de Nuestra Señora de la Merced expuesta en el vestíbulo del camarín donde está la imagen de la virgen, atribuida a Pedro Moragas y se cree que del siglo XIV, pone: «Por su intercesión Barcelona fue liberada de grandes calamidades en 1420, 1616, 1650, 1680, 1687, 1697, 1789, 1821, 1852 y en el trienio 1936-1939».

Aunque no a la altura de los citados, el culebrón tendrá hoy un episodio interesante. Por primera vez -señala el Arzobispado de Barcelona- al menos desde 1868, cuando Pío IX proclamó oficialmente a la virgen de la Mercè patrona de la ciudad, la misa solemne en su honor no figura en el programa de actos de la fiesta mayor y no contará con representación institucional del ayuntamiento. No se ha armado el belén con la decisión del gobierno municipal de Ada Colau pero sí el belencito.

«La alcaldesa ha mostrado con su decisión una gran hostilidad hacia la patrona», dice Ignacio Riera, presidente de la Hermandad Mare de Déu de la Mercè. «La reto a que sea coherente y anule la cabalgata de Reyes, que también es una celebración católica. A ver si se atreve», añade.

Ante lo que Riera juzga «una decisión puramente ideológica que indica que Colau no gobierna para todos los barceloneses», la hermandad que preside no se ha quedado de brazos cruzados. «Hoy no cabrá ni un alfiler en la basílica. Nos hemos movilizado y esperamos una asistencia masiva».

Sin inquina

La movilización ha sido más bien modesta: han cursado ellos las invitaciones ya que el consistorio se ha desentendido del asunto y han impulsado en redes sociales la campaña Omplim l'esglèsia de la Mercè. «Se va a producir un efecto respuesta», dice Riera. Un portavoz del arzobispado señala que hay otra iniciativa protestona en marcha: la Adoración Nocturna Femenina promueve que se cuelguen en los balcones telas con la imagen de la Mercè para poner de manifiesto que Ella es la protagonista de las fiestas patronales.

Gerardo Pisarello, primer teniente de alcalde del Ayuntamiento de Barcelona, niega inquina hacia el catolicismo y considera que se han limitado a aplicar «el principio de laicidad propio de un Estado aconfesional y necesario para mostrar el mismo respeto por todas las creencias religiosas y también por todas las personas que no tienen ninguna creencia religiosa». No obstante, agrega Pisarello que desmarcarse de la misa que hoy oficiarán el cardenal Lluís Martínez Sistach y los obispos de las diócesis de Terrassa y Sant Feliu de Llobregat, sufragáneas de la archidiócesis de Barcelona, es un movimiento «simbólico» emparentado con la intención de potenciar las «tradiciones republicana y libertaria» de la ciudad, a su juicio silenciadas durante demasiado tiempo.

De la casa consitorial a la basílica de la Mercè hay más o menos 700 pasos yendo por las calles Ciutat, Regomir y Ample. Itinerario que ha hecho en 28 ocasiones el exconcejal de CiU Joan Puigdollers como miembro del séquito oficial que hasta este año acudía a la misa de la Mercè, siempre encabezado por el alcalde, el presidente de la Generalitat y el presidente del Parlament. Si alguien sabe de la ceremonia religiosa de la Mercè, ese es Puigdollers.

«Con todo el respeto por la decisión del gobierno municipal y por los laicos, lo que han hecho es marginar el origen de las fiestas patronales de Barcelona, no otro que honrar a la patrona», dice.

Puigdollers divide en dos etapas su experiencia en la misa de marras. En la primera los concejales eran convocados por el alcalde y casi todos acudían a sentarse en el presbiterio de la basílica, si bien en la época de Jordi Hereu ya aumentaron las deserciones, orgullosas las de ICV. La segunda fue el mandato de Xavier Trias, que rebajó la presión y trasladó a los ediles del escenario a la platea. Las protestas en la plaza de la Mercè son un clásico que Puigdollers encajaba con deportividad. Igual que las regañinas de los cardenales Ricard Maria Carles y Sistach, a menudo desde cierta superioridad moral. Protestas y regañinas que molestaban a otros concejales que vivían la jornada como poco menos que un escarnio público.

Colau entra en escena

Ayer habían confirmado su asistencia a la misa los ediles de CiU Trias, Joaquim Forn, Sònia Recasesns, Gerad Ardanuy y Jordi Martí;  Alfred Bosch de ERC;  Jaume Collboni, Carmen Andrés Montserrat Ballarín del PSC, y Alberto Fernández, Ángeles Esteller y Xavier Mulleras del PP. En el ayuntamiento hay 41 concejales. Los que finalmente vayan se encontrarán a la salida, en la plaza de la Mercè, a Colau, que presidirá el séquito de cultura popular (podría empezar a llamarse de una vez folclórica) hasta la plaza de Sant Jaume. Quizá la bronca que tenga que aguantar la alcaldesa sea la de los fieles quejosos con su decisión de sacar la misa de la Mercè del programa de las fiestas de la Mercè. Sería una novedad. Pimienta para el inicio de una jornada final que culminará con el piromusical en la avenida de la reina Maria Cristina. ¿Nombre con los días contados?