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Rafael Marquina: «Las ideas no tradicionales son las que tienen futuro»

«Las ideas no tradicionales son las que tienen futuro»_MEDIA_1

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CRISTINA SAVALL
BARCELONA

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Las vinagreras de Rafael Marquina (Madrid, 1921) son un inoco planetario. La tienda de su hija Nani Marquina, en la calle Rosselló 256, expone estas fiestas su colección privada de copias que imitan el genial sistema antigoteo.

-Estoy escribiendo un libro sobre diseño que puedan entender todos.

-Igual que su amigo André Ricard.

-Él, Miquel Milá y yo somos los abuelos del diseño. Los tres tenemos un objeto que ha traspasado la frontera del tiempo: Milá, la lámpara TMC; Ricard, el cenicero Copenhague y yo, las aceiteras. De los pocos diseños que han aguantado 50 años.

-¿Por qué razón?

-Ninguno fue un encargo sino una iniciativa personal. Mis vinagreras superan el millón de ejemplares.

-¿Sigue cobrando derechos?

-¡Qué más quisiera! Con que me dieran un céntimo por unidad estaría contento. Hace diez años, Juli Capella me dio un disgusto de muerte. Me dijo: «¿Sabes el dinero que has perdido?, pues unos 300.000 euros».

-Ya no las hacen sopladores.

-En los años 60, alrededor de Barcelona convivían 18 empresas que trabajaban el vidrio artesanalmente. Ya no queda ni una, solo en Badalona. Pero sigo trabajando con vidrios de máxima calidad.

-¿Cómo ve el diseño actual?

-Está en plena crisis, apenas se vende nada. Los únicos que sobreviviremos somos los diseñadores y los industriales que nos hagan caso. Las corrientes estéticas no son nada comparado con el funcionamiento. Las ideas no tradicionales son las que tienen más futuro, pero la pregunta del por qué es la más importante. Mis vinagreras no tienen otro valor que el del uso. Están pensadas para solucionar problemas. Hoy se ignora el ABC del diseño.

-¿Qué le aconsejó a su hija cuando le dijo que quería ser diseñadora?

-Que se lo quitara de la cabeza, que se dedicara al interiorismo, pero Nani no me hizo ni caso y estudió diseño industrial, lo que ahora se llama diseño de objeto.

-¿Qué le inspira?

-La investigación, la búsqueda de la perfección. Apenas hay diseños nuevos, para ello se necesitarían funciones hasta ahora desconocidas. La mayoría de encargos son objetos que ya existen, como tenedores, sillas y hachas. ¿Cómo se mejora? Lo primordial es el uso, perfeccionar los materiales, las patas o el mango.

-¿De qué pieza está más satisfecho?

-De las vinagreras no. El árbol no deja ver el bosque. He diseñado muchas cosas. La más curiosa es un pan. Para personalizarlo pensé cómo imprimir el nombre de la panadería en la corteza. Enfrentarme con un horno fue complicadísimo, una locura. Pero eso es diseño: superar retos.