In situ, por JOSEP-MARIA URETA

Memoria de 'Can Culapi'

RECUPERAR Mas de 300 años de presencia de la Escuela Pía en Catalunya se han conseguido reunir en un libro, cargado de anécdotas, que se presentó ayer en el Institut d’Estudis Catalans.

JOSEP-MARIA URETA

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Los exalumnos de la veintena larga de centros educativos que la Escuela Pía –antes padres o madres escolapios– tiene en toda Catalunya recuerdan con especial agradecimiento que la festividad onomástica del fundador, sanJosé de Calasanzdurante el franquismo y hoyJosep Calassanç(nacido en Peralta de la Sal, o sea, en la Franja), pese a conmemorarse en agosto –fuera del periodo lectivo–, gozaba del privilegio de ser trasladada al 27 de noviembre para que los chavales aprendieran las raíces de la institución. En el recuerdo de esos exalumnos pesa mucho más que era día festivo que el objetivo de hablar del fundador de la orden, que está presente en Catalunya (primero, en Moià) desde 1683.

Esa historia cuenta que los escolapios fueron la primera escuela pública gratuita de Europa porque su fundador tuvo siempre como objetivo la formación de los hijos de familias más pobres (entonces, los artesanos, hoy la clase media). La orden religiosa pasó en España todas las vicisitudes de la venalidad política de quienes mandaban, sin el prestigio del que gozan los jesuitas por su expulsión, pese a que en 1820 los escolapios también fueron perseguidos. Desconocidos, pero recordados: en julio de 1909, el editorRamon Bosomen su memoria de la Semana Trágica escribió: «El colegio de los Escolapios en la Ronda Sant Antoni fue el primero en quemarse. Se dedicaba a la enseñanza gratuita de los pobres».

Reunir, con erudición de historiador y pasión de pedagogo, es lo que ha conseguido el padreJoan FlorensaenEl projecte educatiu de l’Escola Pia a Catalunya, que ayer obtuvo el espaldarazo del Institut d’Estudis Catalans, tal como anunció el ponente de la institución, Josep González-Agàpito.Projecte, dice Florensa, porque no pierde el espíritu de la vocación pedagógica fundacional: «Siempre hemos estado al lado de las reformas. Nuestras escuelas continúan, son populares y procuramos que se parezcan a las públicas, especialmente las municipales».Florensaes uno de los 80 escolapios que quedan en Catalunya, pero despreocupado: «Sabemos que los profesores laicos serán nuestra continuidad». Se explaya en la aportación de la orden en la práctica del baloncesto –«lo trajo un escolapio que estuvo en Cuba»– y el hockey. ¿Vigencia de los escolapios? Florensarecuerda que fueron ellos quienes introdujeron, frente a la voluntad política restrictiva de hace dos siglos, la enseñanza de las matemáticas y las ciencias entre las clases populares. Que los pobres lleguen a ingenieros. Y ahí siguen.