Goleada en la asamblea y en el campo

Xavi dirige la orquesta

El Barça barrió al Atlético con una exhibición del capitán rubricada por un Messi celestial

Perea y Miranda saltan sobre Piqué, que ayer debutó en la Liga.

Perea y Miranda saltan sobre Piqué, que ayer debutó en la Liga.

MARCOS LÓPEZ
BARCELONA

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Xavi pareció anoche el Von Karajan de la música. O, tal vez, el José Tomás de los toros. Y Messi, el Mozart de cada día. Fue simplemente Xavi, el fútbol prodigioso, simple, moderno, genial, resumido en un diminuto cuerpo. En cada balón que tocó, y fueron muchos, Xavi dictó una lección de profunda sensatez -desarboló al Atlético, a veces, con la mirada-y de generosidad descubriendo espacios donde otros solo ven multitudes. Así llegó el gol de Villa (el 1-0) tras otear el horizonte desde su casa de Terrassa. Levantó la cabeza, activó su cerebro y puso la pelota allí donde los demás ni veían.

Él creyó y Villa aún más porque fue con la fe de un poseso a la búsqueda del espacio. Llegó el balón a su pecho, mimoso, suave, cariñoso, y a partir de aquí, elGuajese liberó con una jugada de estrella. Perea, asustado por el pase de Xavi, se resbaló, Miranda se comió el regate de Villa y Courtois siempre podrá decir que fue el último en ver pasar el balón.

PRESIÓN FANÁTICA / Cuando quiso darse cuenta el equipo de Manzano, ya perdía 3-0. Ni media hora había pasado. En cuatro jornadas, el Atlético solo había encajado un gol; en 25 minutos, tres. Eso es el Barça. Un equipo atrevido, osado hasta límites nunca conocidos -Guardiola repitió el 3-4-3 en otra muestra de su irrefrenable ambición- con una fanática presión que le llevó al éxito demostrando que Thiago, Cesc y Xavi sí que pueden jugar juntos. Salió con tres defensas, dos balas en las bandas (Alves y Abidal) y unJefecitoen el centro de la zaga, transformado Mascherano en un verdadero mariscal del área. Un central de verdad.

Tras un susto rojiblanco, el disparo de Tiago al larguero de Valdés en la única ocasión en que se liberó de la presión (m. 3), el Barça desplegó un fútbol de otro mundo. ¿Había un Alves? ¿O eran dos? ¿Cuántos Busquets? ¿Uno, dos, tres? ¿Y Xavis? Mejor ni pensarlo. Si el primer gol nació del talento, el segundo, el de Miranda en propia puerta, surgió del esfuerzo y de la solidaridad.

Tres fieras, no hay otra palabra, olieron el balón en los pies rojiblancos y se tiraron a por él comandados por un Pedro, el más fánatico de los fanáticos en la presión. Lo robaron, claro. Después, la posición dudosa de Messi, estaba en fuera de juego, y el miedo que se apoderó del Atlético que cansado de correr tras un objeto redondo que no veía decidió enviarlo a su propia red. Talento, esfuerzo y un genio. Messi, por supuesto.

Solo alguien como él es capaz de sacar de banda, fulminarse a cinco jugadores del Atlético con golpes de cintura y miradas traviesas antes de soltar un zurdazo imponente para rubricar otro gol antológico. El Camp Nou se puso en pie para saludar una jugada de cine. No por mucha verla puede la rutina imponerse ante las obras de arte. Cada gol era un mensaje del Barça. Se puede jugar con tres defensas y dejar a Falcao, un tigre que pareció un inofensivo gatito, sin pisar el área. Si Messi, el genio, corre hacia atrás, es evidente que ningún compañero se podía escaquear. Nadie lo hizo.

EL 11º TRIPLE DE MESSI / En la primera parte, la orquesta de Xavi sonó de maravilla con tres defensas. En la segunda, cuando Manzano, herido en su orgullo, sacó a Ardan y Salvio, Guardiola reorganizó a su equipo en apenas dos minutos -no tardó tanto como en Mestalla-, puso a Busquets, primero, y Piqué, luego, de central en una zaga de cuatro. Y Thiago, un chiquillo jugando de medio centro, llevando con solvencia -ruletas, caños, toque..- a un equipo de ensueño hasta que salió Keita. Era el retorno al clásico 4-3-3 para lucir dos trajes sobre una misma idea. El balón comprometido de tal manera que hasta Valdés, con un puñetazo, inició una fastuosa jugada de ataque de Messi. Ahí no marcó, pero luego logró otros dos goles inexplicablementemessianos para completar otro triple, el 11º de su carrera.