Las claves tácticas del Villarreal-Barça: Con Leo no basta

El Barça, como ya le pasó en San Mamés, se vuelve a mostrar otra vez vulnerable en las áreas

Messi lamenta una ocasión fallada por Neymar en el estadio de la Cerámica de Vila-real.

Messi lamenta una ocasión fallada por Neymar en el estadio de la Cerámica de Vila-real. / periodico

MARCOS LÓPEZ / BARCELONA

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UNA FALTA PERFECTA PARA SALVAR UN PUNTO

En el gol de Messi, ya con el reloj marcando los últimos suspiros del partido, quedó reflejado el verdadero problema del Barça. Fue un equipo que generó mucho fútbol, pero tuvo poca puntería. O sea, asedió a Sergio Asenjo, el excelente portero del Villarreal, con llegadas por todos los rincones del área, pero sin la precisión y puntería que se le supone a un equipo que posee un tridente tan lujoso. El gol de Messi, una genialidad más, desnudó, al mismo tiempo, el defecto que afecta a los azulgranas. El Barça del tridente no tiene la contundencia del tridente. Ni más, ni menos. Es Messi, solo él.

Muchos disparos (20 en 90 minutos, 7 de ellos a portería), pero poca efectividad. Es más. El gol del empate llegó en una acción a balón parado, mientras el Villarreal, con mucha menos producción ofensiva (seis disparos, tres a puerta), acabó siento igual de eficaz. Al Barça lo rescató una delicia, una falta perfecta, por mucho que Asenjo se moviera ligeramente a su izquierda intuyendo que el balón iba en esa dirección. Pero Messi cambió radicalmente de opinión y colocó la pelota en la escuadra derecha. Un golazo imponente que define al Barça actual. Genera, pero no remata fino.

MAL PASE DE DIGNE Y DESORGANIZACIÓN

Atacaba el Barça con comodidad, gobernando la pelota, empujando al Villarreal a su área en el inicio de la segunda parte. Pero, de repente, Digne tomó una mala decisión. A partir de ahí llegó una serie de malas decisiones consecutivas en el plano defensivo. Pero todo arrancó cuando el defensa francés envió una pelota errónea a Iniesta en vez de profundizar por su banda.

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No sabía Digne que estaba provocando una excelente transición ofensiva, que dejaba desnudo al Barça. Pato, que andaba parapetado a la espalda de Busquets, inició el contragolpe que no supo resolver con solvencia el Barcelona. O sea, un ataque fácil para los azulgranas acabó con Neymar desquiciado, incapaz de atrapar a Sansone en la carrera y el Villarreal firmaba un contragolpe de manual. Con solo dos jugadores, y 50 metros por delante, desequilibraron a tres defensas del Barça y Ter Stegen, el menos responsable del gol.

SIN CONTUNDENCIA NI TAMPOCO PRECISIÓN

No es un síntoma, es ya un verdadero problema. Al Barça le cuesta marcar goles. Parece hasta irreal, pero es auténtico. En los últimos 180 minutos (Athelitc y Villarreal), el equipo de Luis Enrique solo ha conseguido dos tantos: ambos, además, de Messi. Por eso, el problema está adquiriendo un tono más que preocupante ya que está regalando puntos, especialmente porque le cuesta abrir los partidos.

En cinco de los seis últimos partidos de Liga, se ha ido al vestuario con empate a cero. Antes le servía para madurar los partidos; ahora, sin embargo, es la constatación de que sufre demasiado, lo que le obliga a ir a remolque. En San Mamés tuvo que pelear contra un 2-0. En el nuevo estadio de la Cerámica de Vila-real porfió para igualar un 1-0. Va siempre por detrás de los rivales, sin el gobierno que tenía antes de los encuentros.

Curiosamente, el Barça ha ganado esta temporada partidos que ha jugado mucho peor y, al final, se marchó víctima de su impotencia. Ahora que tiene al Madrid más lejos y al Sevilla ya está incluso por delante, el equipo de Luis Enrique está pagando esa inusual falta de contundencia. Va siempre por detrás y ya no llega tampoco a tiempo.