"Con el tipo este es imposible..."

Mendilibar se rinde a Messi, que también se ganó los aplausos del público de Ipurúa, y Suárez marca el gol 100 del tridente

Messi chuta el penalti que supuso el 0-3

Messi chuta el penalti que supuso el 0-3 / JORDI COTRINA

JOAN DOMÈNECH / EIBAR

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Ipurúa también se rindió a Messi. Allá donde va, Leo conquista al enemigo mientras le derriba. Es un dulce ‘asesino’, al que la grada siguió boquiabierta y entre aplausos. Ni un silbido, ni un reproche a pesar de ser el responsable directo del hundimiento del Eibar. «Nos llegan en contraataque e igual otro equipo te perdona. Pero con el tipo este es imposible, te saca goles de la nada...», 

declaró Mendilibar en alusión a Messi. Nada que ver con el paso de Cristiano, muy lejos de esa respetuosa admiración, y que se ganó unos cuantos pitos. Tampoco en esto resiste comparación. 

Messi jugó de todo. Hizo lo que le dio la gana. Empezó como repartidor, sacándose pases de esa zurda inigualable, que se inventó una suave vaselina a Suárez en la jugada que acabó rematando Munir. Y así una y otra vez.  Llegará un día en que Leo decidirá dar ese paso atrás, y  se convertirá en el mejor centrocampista del mundo, una etiqueta que a menudo ya merece ahora.

Por más defensas que le persigan, por más piernas que salgan a su paso, no hay manera de pararle. Y cuando lo hace, cuando no queda más que tirarlo al suelo, Leo lo asume con una naturalidad que, a menudo, cuesta comprender. Ni una mala cara, ni un gesto de dolor, ni una protesta. Resignado, como si se pusiera en el papel del rival, y asumiera que no pueden hacer otra cosa. Y, entonces, se repite una imagen que refuerza ese respeto, ese punto de admiración, un trato muy distinto al que suele recibir Cristiano. Una disculpa, una palmadita o la mano tendida para ayudar a levantarse.

Leo volvió a marcar. Dos. Uno muy 'messiánico', en medio de uno de esos eslálons que todo el mundo sabe que van perfilándose hacia la izquierda y que todo el mundo sabe que normalmente acabara con el balón en la red. Dicho y hecho. Y otro, de penalti, (al Barça le ha pitado más que nunca), bajo el morbo que cobra esa acción desde los 11 metros. Un poco de suspense, que esta vez liquidó con un medio Panenka. Suma y sigue: 8 goles en los 4 últimos partidos (2 al Arsenal 1 al Sevilla, 3 al Rayo, y 2 al Eibar). Y 35 en total, 21 en la Liga, después de haber estado dos meses sin jugar por la lesión. Sin esa ausencia, es fácil imaginar que estaría junto a Suárez y Cristiano en la pugna por el pichichi. O delante.

Con Neymar descansando en Brasil y Munir ocupando su hueco, también con el gol, faltaba la aparición de Suárez. Tardó en llegar, pero llegó. El 9 pocas veces falta a la cita y más cuando anda con el pichichi entre ceja y ceja. No metió los cuatro de Cristiano, que ahora le aventaja en uno (27 a 26), pero rompió la racha que llevaba de tres partidos sin marcar. Después de pelearse sin desmayo con todos, de luchar con uñas y dientes, de la nada se sacó un gol abriéndose camino entre dos defensas, con ese cuerpo que no se detiene ante nada. Armó la pierna y ¡zas!, fuerte y seco, para cerrar una cifra redonda: el tridente suma ya 100 goles. Una barbaridad, cada partido más cerca de los 122 de la temporada pasada. A estas alturas, llevaban 75. O sea un total de 222 goles en 17 meses. ¿Quién da más?